Consideraciones Antinihilistas VI
VI
Decadencia histórica y tendencia del cambio civilizatorio.
Los cambios políticos, económicos y sociales derivados de la caída de la Unión Soviética, el neoliberalismo y economía de libre mercado –que dejaron al mundo en poder del capitalismo especulativo financiero, han afectado de manera desfavorable la cultura de la vida y la vida de la cultura, el tejido social de la convivencia, la propiedad, el trabajo y la familia, y que fue el resultado de quinientos años de evolución de la sociedad civil.
Para mal o para bien, la sociedad civil parece haber desaparecido, o al menos, encontrarse en franca descomposición, o extinción. La descomposición de la sociedad civil, junto con el gran peso y amplia influencia que ha ejercido en la evolución histórica y social, es condición de amenaza de colapso de la civilización, de manera especial, en países que tienen un desarrollo intermedio y también, en las sociedades atrasadas, a las cuales ha sido impuesto el estancamiento irresoluble que podría llevarlas a su desaparición como pueblos y naciones que han anhelado la soberanía…, sin la fortaleza suficiente, cuyas acciones al respecto han tenido resultados que no corresponden a los grandes esfuerzos cumplidos en favor de una libertad apenas incipiente.
La decadencia de la sociedad civil –ya de por sí- dolorosa para las clases medias burguesas, y también para la clase trabajadora aburguesada, que parece haber olvidado sus verdaderos intereses y posición de clase que la producción y sociedad, es posibilidad -o tendencia de un profundo cambio de la civilización, con implicaciones probables –más dolorosas aún, que las penas derivadas de la decadencia de la sociedad civil
. Lo bueno y lo malo de la descomposición de ella por todos los rumbos del planeta, es algo susceptible de representar que la humanidad parece estar preparada, o preparándose, para un cambio de civilización, y para el ingreso en una nueva etapa de su evolución; o también, el reingreso a una etapa de evolución anterior, considerada ya superada.
Lo uno y lo otro, representaría la aparición de una nueva forma de organización de la familia para la conservación de la especie y de nuevas formas de convivencia social, difíciles de suponer posibles sin el autoritarismo de la fuerza pública y la prepotencia de las élites del poder. La observación del movimiento de las actividades económicas, políticas y sociales descubre la aparición de nuevas formas de propiedad, recreación y formación de las nuevas generaciones, que muestran un distanciamiento extremo respecto de las grandes tradiciones culturales.
Esta observación, también sugiere que está en curso un cambio en la civilización, o de la civilización, sin rumbo claro y horizonte definido a cabalidad; pero no deja de recordar la Edad Media, y sus instituciones de servidumbre y relaciones de sumisión a los poderes, junto con la renuncia al pensamiento libre.
El preámbulo del posible cambio civilizatorio ha sido pregonado como el peligro del cambio climático, efecto del calentamiento del planeta; lo mismo significa la importancia mundial de las ideologías de la conservación del medio ambiente y protección de la naturaleza. Sin embargo, hay un peligro mayor, más atroz, representativo de la contradicción innegable, inocultable, y al parecer, inmanejable, y que es la superabundancia de seres humanos, la sobre-reproducción de la especie humana.
Es inocultable que los recursos naturales del planeta Tierra son insuficientes para la alimentación, mantenimiento y desarrollo social saludable de la población global; por ahí viene el desastre, que por su fuerza innegable –una pavorosa hambruna de proporción mundial- impondría un cambio destructivo en la civilización, mediante la violencia irracional que surgiría de los instintos desatados. Tarde o temprano, de un modo o de otro, surgiría una nueva civilización, luego de una pavorosa conmoción biológica de la especie humana, donde triunfarían no los más aptos, sino los más fuertes.
Darwin resultaría negado y contradicho, porque esto sería un colapso mundial –con rapidez insospechada- de la organización social que sustenta con dirección y orden a la convivencia, con fundamento en la experiencia de varios milenios de actividades humanas, bajo diferentes formaciones sociales que, de pronto, aparecerían como incapaces de cumplir sus funciones elementales y preservación de sus fines básicos.
Además, Darwin habla de una evolución de larga duración, lentos cambios y selección de especies más aptas para adaptarse al medio natural. El colapso de la civilización, efecto de la sobrepoblación humana, sería súbito o y rápido, devastador y de aniquilación de millones y millones de individuos, efecto del hambre, las epidemias y la violencia extrema para conseguir alimentos y medicamentos, mediante la fuerza, en ciudades grandes, medianas y pequeñas; los habitantes de poblaciones campesinas, chocarían entre sí, aniquilándose unos a otros, en procuración de la supervivencia, a la vez que en preparación de defensa, frente a la pavorosa emigración desesperada de las grandes ciudades al campo, en búsqueda de alimentos almacenados, y los habitantes del campo –miserables y dominados por el terror, emprenderían la migración masiva a las ciudades medianas y pequeñas, en búsqueda de lo mismo.
En uno y otros casos, triunfarían los más fuertes, en ese ambiente de barbarie y desolación. El rumor de ese preámbulo ya resulta perceptible en casi cualquier lugar del mundo, bajo la figura del fenómeno siniestro y pavoroso de la falta de empleo; no hay trabajo para la mayoría de quienes lo necesitan, para quienes se incorporan año con año, a la edad socialmente productiva, y que reúnen los requisitos para un trabajo calificado. No hay nuevos empleos suficientes, en casi ninguna parte del mundo, y esa es la realidad; en todas partes del mundo, disminuyan los servicios asistenciales de salud pública, y la calidad de la educación decae sin remedio
. En casi todos los lugares del mundo, el amor ha sido desplazado por el sensualismo y la degradación y deformación de los instintos, despojados de la condición de placer verdadero y erotismo emancipador. En casi todos los lugares del mundo, el conocimiento de la verdad y de leyes de la naturaleza, principios del pensamiento, comprensión de la historia y de las formaciones sociales, ha sido sustituido por ideologías del sensualismo, consumismo, de publicidad y comunicacionismo vacío, superficial y vulgar. Esto es lo que gobierna la vida social; eso es el engaño emocional de la especie humana para sostenerse, mientras continúa reproduciéndose de manera descontrolada y ciega, bajo el impulso simple del instinto suelto y sin orientación.
Y, a pesar de todo esto, de vez en vez, parece escucharse el eco de la voz del espíritu, por boca y palabra de hombres que casi nadie escucha, pero que recuerdan los principios de la humanidad, las ideas de autoconsciencia y auto- perfeccionamiento de la evolución histórica, política y social de la humanidad, mediante el pensamiento que asimila la realidad del mundo, y genera propuestas representativas de las tendencias que abriga el mundo, para que el hombre cambie, a favor de sí mismo; de vez en vez, se escuchan las voces que argumentan a favor del perfeccionamiento de la libertad, el pensar y creatividad, la justicia, el derecho, la libertad y la dignidad.
Para mal o para bien, la sociedad civil parece haber desaparecido, o al menos, encontrarse en franca descomposición, o extinción. La descomposición de la sociedad civil, junto con el gran peso y amplia influencia que ha ejercido en la evolución histórica y social, es condición de amenaza de colapso de la civilización, de manera especial, en países que tienen un desarrollo intermedio y también, en las sociedades atrasadas, a las cuales ha sido impuesto el estancamiento irresoluble que podría llevarlas a su desaparición como pueblos y naciones que han anhelado la soberanía…, sin la fortaleza suficiente, cuyas acciones al respecto han tenido resultados que no corresponden a los grandes esfuerzos cumplidos en favor de una libertad apenas incipiente.
La decadencia de la sociedad civil –ya de por sí- dolorosa para las clases medias burguesas, y también para la clase trabajadora aburguesada, que parece haber olvidado sus verdaderos intereses y posición de clase que la producción y sociedad, es posibilidad -o tendencia de un profundo cambio de la civilización, con implicaciones probables –más dolorosas aún, que las penas derivadas de la decadencia de la sociedad civil
. Lo bueno y lo malo de la descomposición de ella por todos los rumbos del planeta, es algo susceptible de representar que la humanidad parece estar preparada, o preparándose, para un cambio de civilización, y para el ingreso en una nueva etapa de su evolución; o también, el reingreso a una etapa de evolución anterior, considerada ya superada.
Lo uno y lo otro, representaría la aparición de una nueva forma de organización de la familia para la conservación de la especie y de nuevas formas de convivencia social, difíciles de suponer posibles sin el autoritarismo de la fuerza pública y la prepotencia de las élites del poder. La observación del movimiento de las actividades económicas, políticas y sociales descubre la aparición de nuevas formas de propiedad, recreación y formación de las nuevas generaciones, que muestran un distanciamiento extremo respecto de las grandes tradiciones culturales.
Esta observación, también sugiere que está en curso un cambio en la civilización, o de la civilización, sin rumbo claro y horizonte definido a cabalidad; pero no deja de recordar la Edad Media, y sus instituciones de servidumbre y relaciones de sumisión a los poderes, junto con la renuncia al pensamiento libre.
El preámbulo del posible cambio civilizatorio ha sido pregonado como el peligro del cambio climático, efecto del calentamiento del planeta; lo mismo significa la importancia mundial de las ideologías de la conservación del medio ambiente y protección de la naturaleza. Sin embargo, hay un peligro mayor, más atroz, representativo de la contradicción innegable, inocultable, y al parecer, inmanejable, y que es la superabundancia de seres humanos, la sobre-reproducción de la especie humana.
Es inocultable que los recursos naturales del planeta Tierra son insuficientes para la alimentación, mantenimiento y desarrollo social saludable de la población global; por ahí viene el desastre, que por su fuerza innegable –una pavorosa hambruna de proporción mundial- impondría un cambio destructivo en la civilización, mediante la violencia irracional que surgiría de los instintos desatados. Tarde o temprano, de un modo o de otro, surgiría una nueva civilización, luego de una pavorosa conmoción biológica de la especie humana, donde triunfarían no los más aptos, sino los más fuertes.
Darwin resultaría negado y contradicho, porque esto sería un colapso mundial –con rapidez insospechada- de la organización social que sustenta con dirección y orden a la convivencia, con fundamento en la experiencia de varios milenios de actividades humanas, bajo diferentes formaciones sociales que, de pronto, aparecerían como incapaces de cumplir sus funciones elementales y preservación de sus fines básicos.
Además, Darwin habla de una evolución de larga duración, lentos cambios y selección de especies más aptas para adaptarse al medio natural. El colapso de la civilización, efecto de la sobrepoblación humana, sería súbito o y rápido, devastador y de aniquilación de millones y millones de individuos, efecto del hambre, las epidemias y la violencia extrema para conseguir alimentos y medicamentos, mediante la fuerza, en ciudades grandes, medianas y pequeñas; los habitantes de poblaciones campesinas, chocarían entre sí, aniquilándose unos a otros, en procuración de la supervivencia, a la vez que en preparación de defensa, frente a la pavorosa emigración desesperada de las grandes ciudades al campo, en búsqueda de alimentos almacenados, y los habitantes del campo –miserables y dominados por el terror, emprenderían la migración masiva a las ciudades medianas y pequeñas, en búsqueda de lo mismo.
En uno y otros casos, triunfarían los más fuertes, en ese ambiente de barbarie y desolación. El rumor de ese preámbulo ya resulta perceptible en casi cualquier lugar del mundo, bajo la figura del fenómeno siniestro y pavoroso de la falta de empleo; no hay trabajo para la mayoría de quienes lo necesitan, para quienes se incorporan año con año, a la edad socialmente productiva, y que reúnen los requisitos para un trabajo calificado. No hay nuevos empleos suficientes, en casi ninguna parte del mundo, y esa es la realidad; en todas partes del mundo, disminuyan los servicios asistenciales de salud pública, y la calidad de la educación decae sin remedio
. En casi todos los lugares del mundo, el amor ha sido desplazado por el sensualismo y la degradación y deformación de los instintos, despojados de la condición de placer verdadero y erotismo emancipador. En casi todos los lugares del mundo, el conocimiento de la verdad y de leyes de la naturaleza, principios del pensamiento, comprensión de la historia y de las formaciones sociales, ha sido sustituido por ideologías del sensualismo, consumismo, de publicidad y comunicacionismo vacío, superficial y vulgar. Esto es lo que gobierna la vida social; eso es el engaño emocional de la especie humana para sostenerse, mientras continúa reproduciéndose de manera descontrolada y ciega, bajo el impulso simple del instinto suelto y sin orientación.
Y, a pesar de todo esto, de vez en vez, parece escucharse el eco de la voz del espíritu, por boca y palabra de hombres que casi nadie escucha, pero que recuerdan los principios de la humanidad, las ideas de autoconsciencia y auto- perfeccionamiento de la evolución histórica, política y social de la humanidad, mediante el pensamiento que asimila la realidad del mundo, y genera propuestas representativas de las tendencias que abriga el mundo, para que el hombre cambie, a favor de sí mismo; de vez en vez, se escuchan las voces que argumentan a favor del perfeccionamiento de la libertad, el pensar y creatividad, la justicia, el derecho, la libertad y la dignidad.
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