Jorge Vazquez Piñon

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THOMAS  MANN. Nota sobre el libro biográfico de Hermann Kurzke

Thomas Mann. La vida como obra de arte

“Cada mañana un paso, cada mañana un <<pasaje>>; ésta es mi manera de hacer, y resulta necesaria.”
Thomas Mann.

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La frase de Thomas Mann resulta perfectamente aplicable en la valoración de la biografía del grandioso escritor, nacido en Lübeck en 1875. El autor, Hermann Kurzke -nacido en Berlín en 1943- no menciona el tiempo que tomó investigar, leer, pensar y escribir los detalles de la documentada biografía; sin duda alguna, a lo largo de muchos días, en cada uno de ellos dedicaba la mejor parte de tiempo a la redacción del texto biográfico del autor de novelas emblemáticas del siglo XX. La misma frase de Thomas Mann contiene la clave explicativa de la grandiosidad de su literatura propia: cada mañana ‘hacer algo’ que incorporar a la escritura de la obra en curso, y de esa manera asegurar que cada día deje su huella escrita. Es sabido que su disciplina diaria consistía en escribir de nueve de la mañana a las doce del día, y si el tema lo ameritaba, continuaba hasta las dos de la tarde; bajo esa norma invariable aparecieron Alteza real; Los Buddenbrok; Muerte en Venecia; Doktor Faustus; La montaña mágica; Carlota en Weimar; El estafador Felix Krüll, la tetralogía  Josué y sus hermanos, y sus estudios filosóficos y políticos, y la escritura de discursos, conferencias y diarios o  documentos íntimos.  
Es pertinente el juicio valorativo de la disciplina de escritura como moral cotidiana del escritor que quiere serlo de manera auténtica y con la ensoñación de hacer algo grande con fidelidad a sí mismo. Kurzke incorpora otra frase de Thomas Mann, citada aquí con intención confirmatoria de la validez de semejante disciplina en el rigor y dedicación a la escritura; es la frase que dice “En realidad, uno sólo se siente a sí mismo y sabe algo de sí cuando trabaja. Los periodos intermedios son espantosos.” Para el escritor, escribir es actividad ética, estética, y también, vital, sentido existencial, fundamento esencial de la relación con el mundo. De semejante modo fue como Thomas Mann constituyó la relación con el mundo alemán de su infancia y juventud, cuando veía ese mundo en agonía, envuelto con el tiempo de la horrorosa transformación del espíritu del pueblo alemán en particular, y de Europa en general, luego de la capitulación del Imperio Alemán, de la desaparición del Imperio Austro-húngaro, y fracaso de la revolución obrera de diciembre de 1918-enero de 1919; fue testigo de la persecución de dirigentes y exterminio de obreros que fueron combatientes revolucionarios; debió ver, padecer y atestiguar la negación extrema de la humanidad representado en acontecimientos casi incalificables mediante el pensar y el lenguaje, ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, en el Oriente y en el Occidente.
En cuanto a la relación de Thomas Mann con el mundo mediante la escritura, dice Kurzke que “Lo que se llegó a acumular en el transcurso de su vida a fuerza de tan infatigable actividad, contando cartas y diarios, debe rondar las cinco hojas diarias, o sea, mil ochocientas al año y, en sesenta años creativos, más de cien mil apretadas páginas. (…). Novelas, relatos, un drama, ensayos, discursos, cartas, diarios… Su producción escrita es descomunal. Thomas Mann no vive por vivir, sino para escribir”; y refiere la expresión del escritor que dice: “No trabajaba como alguien que trabaja para vivir, sino como alguien que no quiere sino trabajar, ya que en cuanto persona viva no se tiene el menor aprecio y únicamente desea que lo tomen en consideración como creador.” Asumirse el escritor a sí mismo como creador y reconocerse en su obra como creador, es el acto de verdad y belleza en que hace justicia a sí mismo. Hay ocasiones en que la medida otorgada a sí mismo y a la obra conquistada resulta rebasada; ocurre cuando el escritor percibe que su vida propia también fue una obra de arte. Ese es el caso de Thomas Mann; cualquiera puede ver en la disciplina artística cotidiana la clave y condición para la conquista de semejante proporción de justicia y honradez mediante el acto de vida y amor que escribir es para el escritor, cumplido cada día concedido. 
Ocaso y esplendor de Fausto Kofka (Spanish Edition). 2021.
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Thomas Mann creyó que luego de terminar Doktor Faustus  ya no escribiría, y que moriría a los setenta años; sin embargo, vivió casi diez años más; fue el tiempo en que escribió la novela El elegido, dio término a Memorias del estafador Felix Krüll, publicó un grueso volumen de ensayos y artículos, dejó Estados Unidos para regresar a las ruinas de Europa después de la derrota de Alemania, escribió ensayos formidables sobre Lutero, Schiller y Miguel Angel, y  continuó las anotaciones en sus diarios hasta dos semanas antes de morir; hospitalizado en Zurich por problemas circulatorios en la pierna izquierda, sus ojos verde-grisáseos  se tornaron de un azul intenso; acompañado por su esposa Katia y su hija Erika, falleció el 12 de agosto de 1955 a las ocho de la noche: “informa Erika, <>” en sus últimos años “fue cubierto de oro”, recibió muchos premios, reconocimientos y medallas, doctorados y concesiones honoríficas, y publicaciones de homenaje, todos, “elogios a la imponente labor de toda una vida, a la tenacidad y a la elevada calidad de los resultados,” resultados representativos de la existencia individual como obra de arte y creación literaria que navega, se sumerge y avanza en el océano de la vida con la voluntad de comprenderla, todo, mediante actos significativos de “autoafirmación en el amor” a fin de cuentas, como figura del amor al arte que el escritor  heredó, como un regalo para quien quisiera recibirlo, y dispuesto a escribir una obra con el orgullo de conocer la clave del secreto de la creación literaria:” Cada mañana un paso, cada mañana un pasaje.
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Visión de Chetumal

VISION DE CHETUMAL

Aeropuerto

En pocos minutos el poderoso avión de pasajeros desciende de diez mil metros de altura, al nivel del mar. Luego de una perfecta maniobra de aterrizaje se detiene por completo. Disfruta uno de los últimos segundos del bienestar ambiental de la cabina y todos los ocupantes nos disponemos a abandonarla. Son las siete y treinta de la noche. Recojo mis dos maletas de viaje, y me aproximo a la puerta de salida. Llego ahí y me detengo unos instantes. Treinta y dos grados centígrados de temperatura ambiental nos reciben, nos envuelven, nos atrapan; se apoderan de nosotros en un instante y se siente como un cálido abrazo de bienvenida que da la naturaleza, en un lugar donde se unen la selva y el mar. Desde ese momento entendemos que en esta parte del mundo el calor es el supremo poder, la sustancia cósmica que fecunda su propio reino; desde ese instante reconocemos la inútil imposibilidad de resistirse a la seducción de lo invencible, de lo imperial. A partir de entonces, el calor es compañero inseparable y guía que no conoce la fatiga; se define como el ambiente generoso, y pareciera darnos una nueva piel para sentir cada uno de los poros del rostro cautivado por una noche saturada de sofocación y humedad que todo lo envuelven, que todo lo abarcan… Instantes después se siente la sed, pero no como una sequedad que desespera, al contrario, se siente una sed que agita como la emoción del deleite que aguarda con la llegada del primer trago de agua, la compañera eterna del calor, porque ahí no se siente como su opuesto, sino como su complemento.

La Ciudad

La ciudad de Chetumal vive en un continuo baño de luz. La densa nubosidad ocasional nunca demerita el resplandor imperial del cielo de este extremo de México. La noche no es su rival, es el lecho donde reposa la luz que se atenúa sin extinguirse jamás.

La ubicación de la ciudad es a la vez que su gloria y orgullo, la condición de su tormento, por su origen y dolor, por su historia. Es una ciudad que brotó en el corazón de la naturaleza, entre la selva y el mar y bajo el trono soberano del calor; la cobija un cielo radiante y muy cerca la ciñe uno de los ríos más esplendorosos, que abriga la frescura acumulada a su paso por entre los bosques tropicales.

Chetumal es una rebosante orilla de México, es como su último borde, entre la selva y el mar, porque más allá, sólo un poco más allá, están otros países, dos subcontinentes que parecen el prolongado fondo de una América que se alarga y alarga, hasta penetrar entre dos océanos, para casi tocar las proximidades antárticas, donde el calor de Chetumal no es imaginable, como en Chetumal no es concebible la helada soledad de la blancura de la eternidad.

El calor vigoroso y húmedo es el orgullo de la vida que concentra y extiende Chetumal. También es la causa de su cicatriz, sensiblemente dolorosa. Es una ciudad con un pecado original, cubierto por la selva y que el mar trata infructuosamente de lavar con sus verdes aguas. Es curioso que casi nadie hable de los orígenes de la ciudad, parece que no importa. Pero esto no puede ser posible. En el aterrador libro de John Kenneth Turner, escrito en 1908, queda para la historia de siempre; ahí hay referencias sobre el pavoroso penal de Payo de Obispo, fundado en el porfiriato como lugar de destierro y exilio para los desgraciados que caían en la tentación sin nombre ni remedio, de convertirse en opositores políticos de aquel régimen. Es mejor no preguntarse cuántos de aquellos que llegaron a esa colonia penal, lograron salir con vida de esa prisión.

El mar todo lo purifica, pero no todo lo perdona, aunque sólo él sabe el tiempo que le tomará hacerlo… y sólo los hombres de esta región pueden saber las acciones que son necesarias para alcanzar el perdón del pecado original. Tal vez por esto en la memoria colectiva de la ciudad parece no existir el rencor, sino más bien el respetuoso temor hacia el mar, por lo general dormitante en la placidez de su extensa bahía. Pero en varias ocasiones se ha erguido con majestad enfurecida, atronadora y justiciera sobre la tímida doncellez de la ciudad, para estrujarla con terribles vientos, para invadirla con poderosísimos oleajes que se han llevado al fondo del océano construcciones y vegetación, habitantes vivos y muertos, huellas del pecado y voluptuosidad, arrepentimientos tardíos y vidas soberanas. Luego del miedo indescriptible y sin nombre que se retuerce en las entrañas por el anuncio y presencia de los ciclones, siempre ha vuelto la calma y con ella, la voluntad indestructible de sus habitantes para reconstruirla una vez más. Con temor y temblor, la gente toda, jóvenes y viejos, recuerdan porque lo vivieron o lo han oído, los ciclones de 1930 y 1952, que parecieron un fin del mundo más negro y atronador que el mismo diluvio universal. Varias veces la ciudad ha renacido entre las arenas que el oleaje enfurecido exhumó del sudario del océano, donde reposaron por millones de años, para dejarlas luego a la vista de la mirada atónita de los hombres, que con incredulidad las han contemplado como destino final de todo lo que existe. La ciudad siempre ha renacido al amparo del calor tropical y con la ayuda generosa de los bosques selváticos que la rodean hacia el norte, oeste y sur porque al este se encuentra el mar, siempre el mar.

La ciudad es orgullosa y temeraria, como desafiante de su tragedia original. Como muestra de esto, ha definido su cintura de este a oeste, impregnada de incitación y voluptuosidad y en la forma de un espléndido boulevard, que la separa y une con el mar. Se construyó sobre la playa, y por ello, el mar fue empujado hacia dentro de sí mismo, por lo que este magnífico paseo es un prolongado malecón que parece cortejar con caricias acuáticas la cintura de la moderna ciudad, aunque nadie podrá saber jamás si el mar habrá renunciado a la playa que le fue expropiada. Por lo pronto, no dejan de parecer caricias resignadas a su perpetuo encrespamiento.

Cenote Azul

La ciudad de Chetumal tiene dos salidas por carretera. Una parte hacia el norte, y llega a todas las poblaciones y sitios importantes de Yucatán. La otra va hacia el oeste. Salir por esta segunda vía es una sorpresa impactante, por varias razones. Al salir del área urbana la carretera cruza por el área reservada a las instalaciones industriales, y que aún no existen. Hasta ahora ahí sólo destacan una congeladora y almacenes, así como el cárcamo de bombeo que abastece de agua potable a los habitantes de la ciudad, que parece brotada del agua y construida sobre el agua, que depende del agua, y que recibe el agua de la lluvia desde septiembre hasta marzo.

Al continuar el tránsito hacia el oeste se pasa por poblaciones con nombres como Ucum, Huay Pix y Sacxan. Es casi imposible resistir la tentación de referir estos nombres enigmáticos y melodiosos a la grandeza misteriosa de quienes habitaron esta región hace mil años y que desaparecieron de la historia con toda dignidad, junto con sus solemnidades sacerdotales y significado original de los nombres de sus dioses, sin dejar mayores rastros de su vida cotidiana, de la que sólo quedan sus testimonios de piedra calcárea, que desafían con su arquitectura, tanto al tiempo y el clima, como a la inteligencia de la arqueología y antropología juntas. Esta súbita meditación cede el paso a la fascinación por el paisaje del bosque tropical que bordea ambos lados de la carretera; con esto surge el impacto visual de la vegetación lujuriosa que parece pugnar por unirse otra vez, por encima de la carretera, incrustada como un dardo en el palpitar de la vida vegetal.

El verde clorofílico rivaliza en fervor y exuberancia con los bancos de nubes y destellos atmosféricos. Un letrero del lado derecho indica la breve desviación hacia un lugar llamado Cenote Azul. Desde la brecha de la desviación se aprecia el panorama del encanto. Para llegar a la orilla de este se desciende por un corto tramo de escalones y se cruza un inmenso restaurante, que tiene la forma y techo de las antiquísimas chozas de los orgullosos mayas, dueños eternos del espíritu de estos lugares.

La visión del agua atrae, hace concebir al cuerpo por un instante como labrado en el más noble y puro metal que se doblega sumiso a la fascinación magnética de la fuente que promete los placeres más sublimes. Ahí, en el restaurante, colgada en un soporte de madera, una coraza de tortuga de tamaño extraordinario atrapa la mirada. Y ahí está, no fue posible saber desde cuándo, ese resto esquelético como testimonio de la majestad de la vida sobre las regiones submarinas; ahí está ese viejo caparazón que encierra entre sus placas las claves indescifrables de la evolución de la vida inacabable. La percepción sobre este resto calcificado, que parece encerrar la esencia del mar, sólo dura unos instantes: un poco más allá está el agua refulgente de luz.

El Cenote Azul es como un espejo que simultáneamente refleja y transparenta el cielo, pero no es sólo esto. Tiene su identidad propia, y consiste tanto en la seducción del azul transparente que se extiende hacia los horizontes aéreos y acuosos, como hacia dentro de sí. La luz penetra y penetra en el azul del agua y este cristal líquido la abriga y se abre a ella. Es evidente la sensación de que ahí el agua y la luz son una sola onda que incita a los cuerpos magnetizados a la unión inmediata y sin condiciones con esa agua y con esa luz, que se ofrecen como a la entrega de un beso supremo capaz de disolver todos los temores y fantasmas de la vida entristecida. Es la incitación para abrigarse en la caricia que guarda el vientre de la tierra y la esencia del agua, depositada desde el principio de los tiempos en el fondo del abismo calcáreo de noventa metros. Hasta ahí han tenido que llegar experimentados buceadores para rescatar a los ahogados, que tal vez sucumbieron por el deleite extenuante del beso de los minerales primarios y contacto suave con las sustancias primigenias.

El Cenote Azul es un espejo donde la mirada no busca su propio reflejo en la superficie; la pupila se contrae en el esfuerzo por concentrar toda la luminosidad que es capaz de resistir, gloria estallante de la naturaleza que ahí parece olvidar todas las afrentas y agravios, aunque esto sólo es una ilusión que vanamente pretende ser un sustituto del acto de pedir perdón.

Con toda intención, y sabedor de la leyenda, el cuerpo se adentra con cautela y respeto en el cobijo de esa agua tibia y acariciante, con el ferviente anhelo de que se cumpla la tradición, que dice lo siguiente: “quien ve las aguas del Cenote Azul, y se moja en ellas, un día volverá”, inclusive para morir ahí, agregaríamos, aunque morir en tal lugar parecería la promesa del tránsito hacia el regazo de las divinidades eternas a las que se consagraron los mayas. El gozo del cuerpo es supremo cuando en él parecen confluir la intensidad del cielo, la pureza del aire, la dulcificante tibieza del agua, la firme seguridad de la sigilosa tierra quienes, como potencias cósmicas, se anudan alrededor de un cuerpo estremecido por la dicha de palpar las esencias del Ser.

Zona Arqueológica

La carretera de Chetumal hacia el oeste es la ruta número ciento ochenta y seis: une a esta ciudad con Escárcega, Campeche, Villahermosa, Veracruz y México. Esta carretera pasa por el campamento militar y por un buen tramo, es paralela a la pista del aeropuerto internacional. En este rumbo está el centro penitenciario. No puede uno dejar de sentir cierto estremecimiento al pasar por ahí, porque es imposible dejar de considerar como será la vida en prisión, y con semejante calor y también porque haber sido una colonia penal es el origen histórico de la ciudad capital del estado de Quintana Roo. La contemplación de la feracidad de la vegetación tropical hace posible el relajamiento y curación del estremecimiento ante la pérdida de la libertad objetiva y civil, pero la aplicación de la justicia verdadera si bien puede resultar dolorosa, nunca debe ser lamentable.

Cincuenta y dos kilómetros más adelante hay un crucero, cuya corta desviación hacia el sur llega a la zona arqueológica de Kohunlich. Durante la travesía de ese breve camino asfaltado es posible mirar la vida invencible del bosque tropical, con el que sólo el campesino maya sabe conciliarse y arrancarle un trozo de tierra labrantía como gracia que ese poder le concede para cultivar maíz. Sólo quemando se despeja la vegetación y el campesino debe empezar su trabajo de inmediato, entre las cenizas aún humeantes, antes que la selva recupere su vigor aletargado por el fuego.

Está prohibido el acceso de vehículos a la zona arqueológica. Estos deben ser estacionados en las inmediaciones, a la orilla de la selva. Al descender de los autos llega a uno de manera tan inmediata como súbita el rumor de la vida dueña de la selva. Nada de grandes animales; llega el rumor de millones y millones de insectos, muy parecido al de las cigarras y que comienza justo después del estampido de un relámpago y así continúa por unos minutos. Luego, como si recibieran una orden proveniente de la célula primigenia de la vida selvática, callan todas, absolutamente todas, tan de súbito como empezaron. Esto no deja de surtir cierto efecto hipnótico y entonces algo arcaico y profundo se remueve en el sustrato más íntimo del ser consciente, porque poco a poco uno pretende encaminarse hacia el bosque estallante de verdor y humedad, como atraído por un llamado inaudible de la selva, pero que se capta por algún sentido primitivo, porque en los bosques selváticos se forjó la especie humana primigenia en medio del sufrimiento del peligro que encierran los enigmas aún inaccesibles del comportamiento de la vida ponzoñosa de los bosques tropicales.

Como cualquiera otro lugar maya, Kohunlich está impregnado del misterio que envuelve a esta cultura que vivió obsesionada por el encanto del tiempo y en la fascinación matemático-astrológica para calcular los ciclos celestes hacia el pasado remoto, como en búsqueda del origen cero del cero y también hacia delante, hacia un futuro solamente sondeable a través de intrincados sistemas numéricos sexagesimales, a donde sólo podía penetrar el pensamiento sacerdotal, con su mezcla inseparable de magia y ciencia, de terror ante lo infinito del tiempo y de los números, y de serenidad por la arrogancia que les dejaba saberse poseedores de la clave para moverse en el pensamiento de las divinidades.

Hay ahí pirámides, una totalmente descubiertas y reconstruidas, otras semi-reconstruidas y otras que se adivinan en los montículos aún cubiertos de arbustos y árboles. También hay un juego de pelota, en medio de cuyo patio de césped se yergue arrogante una variedad de palmera que no tiene tronco, sus grandes ramas lanceoladas brotan inmediatamente de la raíz. Al fondo de la zona arqueológica está el monumento principal: la gran pirámide con su majestuosa escalinata. Autoridades competentes han colocado un techo de vegetal deshidratado sobre la escalinata, que cubre a la vez la parte superior de este edificio. Este anexo tiene el propósito de proteger los imponentes y enigmáticos mascarones adosados a las paredes de cada uno de los tres cuerpos de la pirámide así escalonada.

Kohunlich da la impresión de haber sido un gran centro ceremonial perteneciente al llamado periodo preclásico maya y que fue abandonado largo tiempo; asimismo, sugiere la idea de que, en el auge de su periodo clásico, la cuidad ceremonial fue recuperada y conservada como recuerdo para honrar a los antepasados que hicieron posible su glorioso esplendor de aquel presente, tan magnífico como irrecuperable. Esta idea proviene de la marcada diferencia que existe entre el estilo rústico de todas las construcciones y la finura preñada de símbolos y expresiones que caracterizan a los imponentes mascarones, que no pueden menos que representar divinidades del agua y del tiempo, de la lluvia y de los números o tal vez, a soberbios sacerdotes que signaban en sus personas la magnificencia de la sociedad maya. Subir a la cúspide de la pirámide encierra la emoción superior del panorama de la selva inabarcable que rodea a este lugar; se agota el poder de la mirada y el esplendor del bosque tropical sigue y sigue, entre breves ondulaciones de un terreno marcadamente plano. La percepción de esto da ocasión para tratar de reconstruir un poco los pensamientos de los hombres sagrados que presidían esta cultura, cuando contemplaban el verdor de la vida extendiéndose en todas direcciones, bajo el patrocinio del tiempo y según el gobierno de los números, que tal vez les parecieron como repitiéndose en ciclos eternos.

Al contemplar con respeto y admiración semejante exposición del furor lujurioso y voluptuosidad de la naturaleza, se hace presente la leyenda de la X-Tabay. Antes de decir algo a este respecto, es oportuno anotar que la “x” del idioma español simboliza el fonema maya equivalente a la unión de la “s” con la “ch”, de tal modo entonces que la pronunciación del nombre de esta leyenda, que a lo mejor no es tanto, es algo así como “schtabay.” Hay quienes quieren ver en esta tradición oral el equivalente de la leyenda de la Llorona, predominante en el altiplano de México.

Es una tradición que se refiere a una mujer habitante del bosque tropical que se deja ver y atrae a los hombres, los seduce hacia el interior y ahí los estruja contra la hermosura de su pecho, y no se vuelve a saber de ellos. Dadas estas características, no parece haber mucha semejanza entre ambas tradiciones orales.

La de X-Tabay guarda en sí el símbolo de la selva como la feminidad que no puede ser vencida ni conquistada; contiene la idea de que a la selva se le domina obedeciéndola, sin violentarla jamás; si esta condición se cumple, entonces la selva se abre a la revelación de sus misterios y poderes y esto no puede menos que significar el deleite ante la contemplación de la verdad, lo mismo de un concepto que de un cuerpo.

Ni duda cabe que el estudio integral de Kohunlich es la promesa de trabajo acucioso y tal vez inagotable, para inminentes generaciones de arqueólogos y antropólogos decididos a destinar la parte más vigorosa de sus vidas al intento descifratorio de los enigmas laberínticos de los mayas. En tanto esto sucede, ahí reposarán por siempre los testimonios de piedra de la grandeza milenaria de una sociedad que no sobrevivió a sus propias concepciones del tiempo.

Bacalar

La belleza del trópico en Chetumal y sus alrededores se capta en una intuición que, a pesar de quererlo, no logra abarcarla en su totalidad, de manera inmediata. Sólo logra percibirla como una voluptuosidad cubierta por finísimos velos que transportan la promesa de un deleite insospechado. Es una belleza que encierra la magia y el misterio, la bondad y la muerte que la naturaleza abriga en sí misma, con el propósito de hacerla durar mientras la tierra y la selva sean la tierra y la selva, en medio del calor húmedo y del viento que sopla desde el mar. Es como el encanto de la X-Tabay.

La mirada aprende con rapidez que los velos que cubren la hermosura caen por sí mismos, si se sabe tener la paciencia suficiente para aceptar el ritmo propio de las caricias seductoras del agua y calor, de la luz y vegetación.

Después de diecinueve kilómetros sobre la carretera ciento ochenta y seis, está el crucero con la carretera que va hacia el norte de la península, y que corre pegada a la costa del Caribe. Entonces es la carretera trescientos siete. Veinte kilómetros adelante están el pueblo y la laguna de Bacalar. Es único en el mundo el espectáculo que ofrecen las tonalidades transparentes del azul. Parece que en ellas se quedó atrapada para siempre un rasgo de la luz primigenia del universo; evoca el primer suspiro de la vida al inhalar el agua y el viento. Las diversas teorías cromáticas palidecen y tornan humildes ahí, donde la luz se hace agua y el agua se hace tiempo que desborda belleza que perfuma la mirada. Los mayas conocieron este lugar, que debió ser sagrado, hace mil años. Es seguro que, así como lo veneraron, igual lo amaron, desde la silenciosa profundidad de sus corazones cautivados por el estado líquido del tiempo. Quizás esta fascinación despertó en ellos un prístino estremecimiento por lo que tal vez consideraron era el color del tiempo.

La laguna de Bacalar debe tener una longitud aproximada de sesenta o setenta kilómetros, por unos dos o tres de anchura y se extiende de suroeste a noreste, en medio del bosque tropical y su extremo norte queda a una distancia muy corta de la intrincada bahía de Chetumal, que se adentra quisquillosamente en la tierra, como un erizado canal. Casi nada de tierra firme separa el agua del verde mar del agua de variedades azuladas de la laguna. Tal parece que, en un pasado no lejano, la laguna de Bacalar era un amoroso brazo de mar que estrechaba la cintura de la selva y el dorso de la tierra. De otro modo no es explicable que, en el pueblo del mismo nombre, distante como cincuenta kilómetros de la playa, se haya construido el Fuerte de San Felipe, que, por su ubicación, tenía el claro propósito de contener y rechazar las incursiones de buques piratas y mercenarios que se adentraban por el canal caribeño para aprovecharse de la riqueza acumulada por las encomiendas españolas.

En el pueblo y a orillas de la laguna más hermosa del mundo, se encuentra la Casa del Escritor, muy cerca del fuerte que protegía a la explotación colonialista. La Casa del Escritor es como una utopía literaria. En un lugar establecido en la única finalidad de dar albergue a quienes viven la pasión por la escritura, ya sean mexicanos, del Caribe o Centroamérica. Previos arreglos con las autoridades del Instituto Quintanarroense de Cultura, se puede permanecer ahí casi todo el tiempo necesario para escribir un poema, una novela corta, como las de Balzac, o larga, como las de Tolstoi; obras de teatro, o un tratado filosófico, como los fragmentos de los presocráticos, o los intrincados escritos de Heidegger y Sartre sobre la impenetrabilidad del Ser y la tortuosa lucha incesante del pensamiento para recuperar la esencia del ente supremo, que una vez contempló la conciencia de la humanidad a través de la mirada de los filósofos jonios, algo que tal vez también vivieron los mayas, durante el milenio de su permanencia en armonía con el Ser y comunicación con el Tiempo, con la selva y los periodos estelares.

Aeropuerto

La visita a Chetumal llega a su fin. Los pasajeros esperan abordar el poderoso avión que los regresará al centro de México; una vez en cabina, brota la emoción de la despedida y la gratitud por los momentos vividos en contacto con lo maravilloso y mágico de una región donde se acaba un mundo y comienza otro, donde flota el aroma de las esencias primarias y se capta la silenciosa majestad de las potencias que todo lo generan y abrigan. El avión comienza a rodar para dirigirse a la pista principal y luego de llegar ahí, acelera a fondo los motores a reacción y se levanta de la pista. Es el momento de decir:

Adiós, sol de Chetumal;
adiós, brisa del mar;
adiós, luz de Bacalar,
adiós, calor tropical.

Son las palabras de la despedida; también son el símbolo de las experiencias que el viajero llevará por siempre en el corazón y memoria, porque el sol y el mar, el calor y el bosque tropical, son recuerdos inmortales que quedan en un pensamiento solitario como signos del amor purificado de todo deseo, como imagen de la belleza perfecta.

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¿QUÉ ES LA NOVELA?

¿QUÉ ES LA NOVELA?

DIEZ POST EN RESPUESTA A LA PREGUNTA

Nota previa.

            La selección de textos aquí ofrecida es valiosa por sí misma: semejante cualidad proviene del valor de las ideas de los escritores citados, que dedicaron algún instante de su creatividad, a pensar la novela, es decir, al examen de la idea, o posibilidades y significado, de la obra novelística. El examen de la obra de arte implica, por definición, crítica de la sensibilidad estética, ofrecida en ella con contenido y forma; en relación con la novela, la misma crítica es examen de la contribución de la creatividad novelística a la iluminación clarificadora de la relación del hombre con el mundo.

            La siguiente selección de textos es ofrecida con honestidad, de modo principal, a los jóvenes que desean escribir narrativa con voluntad de investigación estética de la condición humana. Las conceptualizaciones elegidas ofrecen al lector, descripciones varias de condiciones, fines y componentes de la obra novelística; en la medida en que un joven soñador y entusiasta, enamorado de la escritura, encuentre en esas conceptualizaciones elementos de orientación para emprender la maravillosa experiencia literaria de la creatividad novelística, las mismas verán colmada su intención y conquistado su destino; sin duda alguna, merecería la sonrisa de los escritores mencionados a continuación.

   Jorge Vázquez Piñón.

 

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ALBERT CAMUS.

“Pensar es, ante todo, pretender crear un mundo (o limitar el propio lo que viene a resultar lo mismo). Es partir el desacuerdo fundamental que separa al hombre de su experiencia para dar con un terreno de compromiso según su nostalgia, un universo envarado en razones o aclarado por analogías que permita resolver el insoportable divorcio. El filósofo, aunque se trate del mismo Kant, es un creador, tiene sus personajes, sus símbolos y su acción secreta. Tienen sus desenlaces. Inversamente, el auge adquirido por la novela sobre la poesía y el ensayo supone sólo, y pese a las apariencias, una mayor intelectual del arte…

“…Pero hoy, cuando el pensamiento ya no tiene pretensiones de universalidad y su mejor historia sería la de sus arrepentimientos, sabemos que el sistema, para ser válido, a de ser inseparable de su autor. (…) los juegos novelísticos del cuerpo y de las pasiones se ordenan un poco más conforme a las exigencias de una determinada visión del mundo. Ya no se narran << historias>>, sino que se crea uno su universo. los grandes novelistas son novelistas-filósofos, es decir, justamente lo contrario de escritores de tesis.

“Ahora bien: precisamente el hecho de que hayan optado por servirse de imágenes en vez de raciocinios, devela cierto pensamiento común a todos ellos: la persuasión de que existe un mensaje instructivo en la apariencia sensible. por eso consideran la obra como un fin y como un principio a la vez. La obra es el remate de una filosofía a menudo informulada, su ilustración y su coronamiento. Pero no se completa sino mediante tales supuestos filosóficos. Y viene, en suma, a legitimar esta nueva variante el viejo principio de que, si un poco de pensamiento aparta de la vida, mucho, en cambio, reintegra a ella. Incapaz de sublimar la realidad, el pensamiento se limita a remendarla. La novela de que se trate es el instrumento de un conocimiento a la vez relativo e inagotable, tan semejante al del amor. La creación novelística tiene de común con el amor coma, el arrobo inicial y la delectación morosa y fecunda.”

                                                                                   de la nota de presentación de

                                                                                   Albert Camus, Obras Completas, t. I Ed. Aguilar, 1973, pp. 8-9.

                              de El hombre rebelde. Obras completas, tomo II, Ed. Aguilar, 1968.

“Existe quizá una trascendencia viva, cuya belleza constituye la promesa, que puede hacer amar y preferir a cualquier cosa en este mundo mortal y limitado. El arte nos conduce así a los orígenes de la rebelión, en la medida en que intenta dar su forma a un valor que huye en el perpetuo devenir, pero que el artista presiente y quiere arrebatar a la historia. Se persuadirá uno de ellos todavía mejor reflexionando sobre el arte que se propone precisamente entrar en el devenir para darle el estilo que le falta: la novela.”

“La novela nace al mismo tiempo que el espíritu de rebelión, y traduce, en el plan estético, la misma ambición.

“el esfuerzo de la gran literatura parece ser crear universos cerrados o tipos terminados. El Occidente, en sus grandes creaciones, no se limita a trazar su vida cotidiana. Se propone sin cesar grandes imágenes que lo sumen en la fiebre y a cuya persecución se lanza.”

                                                                                                          pp. 825-826.

“escribir o leer una novela son acciones insólitas. (…) la manera más sencilla y más común de enfocar la expresión novelesca consiste, pues, en ver en ella un ejercicio de evasión. (…) El gusto de la evasión no basta para explicar la gravedad indiscutible del mundo novelesco, nuestra obstinación de tomar en serio, en efecto, los innumerables mitos que desde hace dos siglos nos propone el genio novelesco (…) la actividad novelesca supone una especie de rechazo a lo real. Pero esta negativa no es una simple huida. Hay que ver en ella el movimiento de retirada del alma hermosa que, según Hegel, se crea para sí misma en su decepción, un mundo ficticio donde solamente reina la moral.”

                                                                                                          p. 826-827.

“Religión o crimen, todo esfuerzo humano obedece finalmente a este deseo irrazonable y pretende dar a la vida la forma que no tiene. El mismo movimiento, que puede llevar a la adoración del cielo o a la destrucción del hombre, lleva también a la creación novelesca, que recibe de él entonces su seriedad.”

                                                                                                          p. 829.

“¿Qué es, en efecto, la novela, sino este universo en que la acción encuentra su forma, en que las palabras finales son pronunciadas, los seres entregados a los seres, en que toda vida toma el rostro del destino? El mundo novelesco (…) es (…) la corrección de este mundo, siguiendo el profundo deseo del hombre.”

                                                                                                          p. 829.

“Lo novelesco tiene también su lógica. No sucede una hermosa historia sin esta imperturbable continuación que nunca se encuentra en las situaciones vividas, pero que se encuentra en el caminar del ensueño, a partir de la realidad. (…)

“He aquí, pues, un mundo imaginario, pero creado mediante la corrección de éste. Un mundo donde el dolor puede, si quiere, durar hasta la muerte, donde no se aparta jamás a las pasiones, donde los seres están entregados a la idea fija y siempre presentes unos para otros. El hombre se da en él finalmente forma a sí mismo y da forma al límite apaciguador que persigue en vano en su condición humana. La novela fabrica destino a la medida. Es así como hace la competencia a la creación y como triunfa de la muerte provisionalmente. (…) La esencia de la novela está en perpetua corrección, siempre dirigida en el mismo sentido, que el artista efectúa sobre su experiencia. (…) esta corrección aspira en primer lugar a la unidad y traduce con ello una necesidad metafísica. La novela, en este nivel, es en primer lugar un ejercicio de la inteligencia al servicio de una sensibilidad nostálgica y rebelde.”

                                                                                                          p. 831.

“La novela americana pretende encontrar su unidad reduciendo al hombre, ya a lo elemental, ya a sus reacciones exteriores y a su conducta. No escoge un sentimiento o una pasión de la que dará una imagen privilegiada (…). Rehúsa el análisis, rehúsa la búsqueda de un resorte psicológico fundamental que explicaría y resumiría la conducción de un personaje. Por ello la unidad de esta novela no es más que una unidad de enfoque. Su técnica consiste en describir a los hombres por su exterior, en sus gestos más indiferentes, en reproducir sin comentarios los discursos hasta en sus repeticiones, en hacer finalmente como si los hombres se definiesen enteramente por sus automatismos cotidianos. (…) Todos los personajes parecen intercambiables, (…) este mundo novelesco no tiende a la reproducción pura y simple de la realidad, sino a su estilización más arbitraria. Nace de una mutilación, y de una mutilación voluntaria, operada sobre lo real, y la unidad así obtenida es una unidad degradada, un nivelamiento de los seres y el mundo. Parece que, para estos novelistas, sea la vida interior la que prive a las acciones humanas de la unidad y la que arrebata de unos seres a otros. (…) la novela negra es también una novela rosa, y de la cual tiene la vanidad formal. Edifica a su modo. (…) Esta novela, purgada de vida interior, donde los hombres parecen observados tras un cristal, acaba lógicamente, dándose como tema único, el hombre que se supone de tipo medio, para poner en escena lo patológico. (…) el inocente es el tema ideal de tal empresa, puesto que no es definido y enteramente más que por su conducta. Él es el símbolo de este mundo de desesperación, donde unos autómatas desdichados viven la más maquinal de las coherencias y que los novelistas americanos han levantado frente al mundo moderno como una protesta patética, pero estéril.”

                                                                                                          p. 831-833.

“En cuanto a Proust, su esfuerzo ha sido el de crear a partir de la realidad, contemplada obstinadamente, un mundo cerrado, insustituible, que no pertenece más que sólo a él y que indicase su victoria sobre la huida de las cosas y sobre la muerte. (…) Si el mundo de la novela americana es el de los hombres sin memoria, el mundo de Proust no es por sí mismo más que una memoria. Se trata solamente de que es la memoria más difícil y más exigente que hayamos conocido, la que rechaza la dispersión del mundo tal y como es, y que extrae de un perfume vuelto a encontrar el secreto de un nuevo y antiguo universo. Proust elige la vida interior y, en la vida interior, lo que es más interior que ella misma, contra lo que se olvida en lo real, es decir, lo maquinal, el mundo ciego. Pero de este hecho de negar lo real no extrae la negación de lo real. No comete el error, simétrico al de la novela americana, de suprimir lo maquinal. Reúne, por el contrario, en una unidad superior, el recuerdo perdido y la sensación presente, el pie que se tuerce y los grandes días de antaño.

                                                                                                                      p. 833.

“Su victoria [de Proust] difícil, en vísperas de la muerte, es la de haber podido extraer de la huida incesante de las formas, mediante los únicos instrumentos del recuerdo y de la inteligencia, los símbolos estremecedores de la unidad humana. (…) un mundo cerrado y unificado. Esto define las obras sin arrepentimientos.

“el mundo de Proust (…) tiene la ambición de ser una perfección cerrada y de dar a la eternidad el rostro del hombre. El Tiempo recobrado por lo menos en su ambición, es la eternidad sin Dios. La obra de Proust (…) aparece como una de las empresas más desmesuradas y más significativas del hombre contra su condición mortal. Ha demostrado que el arte novelesco rehace la creación misma, tal como nos es impuesta y tal como es rechazada. (…) se alía con la belleza del mundo o de los seres contra el poder de la muerte y el del olvido. Es así como su rebelión es creadora.”

                                                                                                                      p. 834.

 “El arte novelesco, por sus orígenes, no puede dejar de ilustrar esta vocación. No puede ni consentir totalmente en lo real ni apartarse de ello absolutamente. Lo imaginario puro no existe; y si incluso existiese en una novela ideal que fuese puramente descarnada, no tendría significación artística, por cuanto que la primera exigencia del espíritu en busca de unidad es el que esta unidad sea comunicable. Por otra parte, la unidad del razonamiento puro es una unidad falsa, puesto que no se apoya en lo real. La novela rosa (o negra), la novela edificante, se apartan del arte en la medida, pequeña o grande, en que desobedecerá esta ley. La verdadera creación novelesca, por el contrario, utiliza lo real, y nada más que lo real, con su calor y su sangre, sus pasiones o sus gritos. Sencillamente, añade a todo eso algo que lo transfigura.”

                                                                                                                      p. 836.

“Ocurre con la creación lo que con la civilización: supone una tensión ininterrumpida entre la forma y la materia, el devenir y el espíritu, la historia y los valores. Si se rompe el equilibrio, hay dictadura o anarquía, propaganda o delirio formal. En ambos casos, la creación, que coincide con una libertad razonada, es imposible.”

                                                                                                                      p. 837.

“La obra en la que el fondo desborda la forma, o aquella en que la forma sumerge al fondo, no hablan más que de una unidad engañosa y fracasada (…) toda unidad que no lo es de estilo es una mutilación. Cualquiera que sea la perspectiva elegida por un artista, hay un principio que sigue siendo común a todos los creadores: la estilización, que supone, al mismo tiempo, lo real y el espíritu que da a lo real su forma. Con ella, el esfuerzo creador rehace el mundo, y siempre con un ligero alabeamiento (sic) que es la señal del arte y de la protesta. (…). La creación, la fecundidad de la rebelión, están en este alabeamiento que configura el estilo y el tono de una obra. El arte es una exigencia de imposible puesta en forma. Cuando el grito más desgarrador encuentra su más firme lenguaje, la rebelión satisface su verdadera exigencia y saca de esa fidelidad consigo misma una fuerza de creación. Aunque choque con los prejuicios del tiempo, el más grande estilo en arte es la expresión de la más elevada rebelión. (…) el ingenio es una rebelión que ha creado su propia medida. (…) no hay genio (…) en la negación y en la desesperación pura.”

                                                                                                                      p. 837.

“el gran estilo no es una simple virtud formal. Es una virtud formal cuando se encuentra buscado por sí mismo a expensas de lo real, y entonces es el gran estilo. (…). La verdadera creación es, a su modo, revolucionaria. Si es preciso llevar muy lejos la estilización (…) conviene (…) que siga siendo invisible para que la reivindicación que da nacimiento al arte sea traducida en su más extrema tensión. El gran estilo es la estilización invisible, es decir, encarnada. <>. Pero añade que la exageración debe ser <>. Cuando la estilización es exagerada y se deja ver, la obra es una nostalgia pura: la unidad e intenta conquistar es extrañar a lo concreto. Cuando la realidad es presentada, por el contrario, el estado bruto y la estilización es insignificante, lo concreto es ofrecido sin unidad. El gran arte, el estilo, el verdadero rostro de la rebelión, están entre estas dos herejías.”

                                                                                                                      p. 838.

(“La corrección difiere con los temas. En una obra fiel a la estética que he esbozado, el estilo variará con los temas, y es el lenguaje propio del autor (su tono) el lugar común que hace resplandecer las diferencias de estilo)”

“el que la creación será necesaria no entraña el que sea posible. Una época creadora en arte se define por el orden de un estilo aplicado al desorden de un tiempo. Pone en forma y en fórmulas las pasiones de los contemporáneos.”

                                                                                                                      p. 840.

“La sociedad industrial no abrirá los caminos de una civilización más que volviendo a dar al trabajador la dignidad de creador, es decir, cuando el trabajador aplique su interés y su reflexión tanto al trabajo mismo como a su producto. La civilización desde entonces necesaria no podrá separar, en las clases como en el individuo, el trabajador del creador, como tampoco la creación artística piensa en separar la forma y el fondo, el espíritu y la historia. Es así como reconocerá a todos la dignidad afirmada por la rebelión.”

                                                                                                                      p. 840.

“Toda creación, en sí misma, niega el mundo del amo y el esclavo. La repugnante sociedad de tiranos y esclavos en que sobrevivimos no encontrará su muerte y su transfiguración más que en el nivel de la creación.

“Pero el que la creación sea necesaria no entraña el que sea posible. Una época creadora en arte se define por el orden de un estilo aplicado al desorden de un tiempo. Pone en forma y en fórmulas las pasiones de los contemporáneos.”

                                                                                                                      p. 840.

“El objeto del arte, a pesar de los cultivadores del arte por el arte, se ha extendido de la psicología a la condición humana. Cuando la pasión del tiempo pone en juego el mundo entero, la creación quiere dominar el destino entero. Pero, por lo mismo, mantiene frente a la totalidad la afirmación de la unidad. Sencillamente, la creación se pone en peligro entonces ella misma, en primer lugar, y después, mediante el espíritu de totalidad. Crear, hoy, es crear peligrosamente. (…) la única manera de vivir auténticamente la pasión colectiva es aceptar el morir para ella y por ella. La mayor oportunidad de autenticidad es, hoy, la mayor oportunidad de fracaso para el arte. Si la creación es imposible en medio de guerras y de revoluciones, no tendremos creadores, porque guerra y revolución son nuestra herencia.”

                                                                                                                      p. 841.

“Si, finalmente, los conquistadores doblegan el mundo a su ley, no demostrarían que la cantidad es la reina, sino que este mundo es un infierno. En este infierno mismo el sitio del arte coincidiría todavía con el de la rebelión vencida, esperanza ciega y vacía en el fondo de los días desesperados.”

                                                                                                                      p. 842.

“arrojados en el infierno, misteriosas melodías y crueles imágenes de la belleza huida nos traerían siempre, en medio del crimen y de la locura, el eco de esta insurrección armónica que testimonia a lo largo de los siglos en favor de la grandeza humana”

                                                                                                                      p. 842

“Pero el infierno es transitorio. La vida vuelve empezar un día. La historia tiene un final; nuestra tarea, sin embargo, no es terminarla, sino crearla, a imagen de lo que ahora en adelante nosotros sabemos verdadero. El arte (…), nos enseña que el hombre no se resume solamente en la historia y que encuentra también una razón de ser en el orden de la naturaleza. (…) Su rebelión más instintiva, al mismo tiempo que afirma el valor, la dignidad común a todos, reivindica obstinadamente, para saciar su hambre de unidad, una parte intacta de lo real, cuyo nombre es la belleza. Se puede negar toda la historia y estar conforme, sin embargo, con el mundo de las estrellas y del mar. Los rebeldes que quieren ignorar la naturaleza y la belleza se condenan a desterrar de la historia que ellos quieren hacer, la dignidad del trabajo y del ser. Todos los grandes reformadores tratan de edificar en la historia lo que Shakespeare, Cervantes, Molière, Tolstoi se han sabido crear: un mundo siempre dispuesto a saciar el hambre de libertad y dignidad que existe en el corazón de cada hombre. La belleza, sin duda, no hace las revoluciones. Pero llega un día en que las revoluciones necesitan de ella. Su regla, que discute lo real al mismo tiempo que le da su unidad, es también la de la rebelión. ¿Se puede rechazar eternamente la injusticia sin dejar de saludar la naturaleza humana y la belleza del mundo? Nuestra respuesta es <<sí>>. Esta moral, al mismo tiempo insumisa y fiel, es en todo caso la única que ilumina el camino de una revolución verdaderamente realista. Manteniendo la belleza preparamos este día de renacimiento en que la civilización pondrá en el centro de su reflexión, lejos de los principios formales y de los valores degradados de la historia, esta virtud viva que funda la común dignidad del mundo y del hombre y que vamos a definir ahora frente a un mundo que la insulta.”

                                                                                                                      p. 842.

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Fausto. Ocaso y esplendor de Fausto Kofka, quinta parte, capítulo V.

CAPÍTULO V.
FAUSTO

“- ¿Está usted listo, profesor Kofka? En diez minutos podrá comenzar su recorrido. –fue el aviso que escuchó Fausto en los audífonos de su casco, y enfundado en un traje espacial de última tecnología y diseño ergonómico. Seis meses antes, había viajado de Auckland a Beijing, para acompañar al ingeniero Krazanski en los trámites de solicitudes, pagos de derechos, costo de hospedaje, honorarios de instructores y de toda clase de exámenes médicos, pruebas físicas y de conocimientos. Una vez cubiertos esos requisitos en el Ministerio de Exploración del Espacio, viajaron a Nan Hui, la base china de lanzamientos espaciales y centro de entrenamiento astronáutico. En laboratorios, gimnasios y consultorios médicos y psicológicos, pasó todas las pruebas con excelencia; aprendió con rapidez las técnicas de supervivencia en cápsulas y estaciones espaciales, la colocación del traje, botas, casco y guantes espaciales; también, el manejo y control de la Unidad de Maniobra Autónoma –UMA- un sillón ergonómico con equipos de auto-propulsión y supervivencia integrado para una actividad autónoma de diez horas en órbita. Fausto Kofka estaba sentado en ese sillón servo-mecánico, colocado en uno de los compartimentos de la gigantesca estación espacial de China, a 300 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre.

-Estoy listo, centro de comando orbital.

-Bien, -dijo una voz masculina en inglés, con el típico acento oriental –abriendo escotilla de salida.

-Enterado. Todos los sistemas en función correcta; audio claro y fuerte, -contestó el astronauta, que había cerrado los ojos mientras unos robots abrían la escotilla. Terminada esa apertura, sintió una tenue iluminación. Abrió los ojos con lentitud, y de pronto, contemplaba el máximo espectáculo de magnificencia suprema que puede mirar el ser humano: la belleza del azul, blanco, café y verde oscuro, en armonía perfecta, recortada contra la negrura del espacio. La vista del planeta Tierra colmaba en un instante, todas las desventuras que había vivido en sus casi 90 años de existencia. La capa de la atmósfera percibida sobre la curvatura terrestre, le pareció una placenta de amor transparente que protegía de los rayos cósmicos y radiaciones solares a la criatura -maravillosa y cósmica- que es la vida en la Tierra.

-Adelante, profesor, puede salir. Disfrute las horas siguientes -dijo la voz del Centro de control de la estación espacial. En seguida, Fausto manipuló los botones de mando ubicados en los brazos del sillón que era la UMA; activó las válvulas de propulsión de helio, y salió de la estación espacial; de esa manera comenzó su recorrido orbital. Había empezado sobre Portugal.

-Aquí estoy, en contemplación del mundo habitado por el hombre; estoy aquí, por un acto de libertad; estoy aquí por una decisión libre. Estar aquí es posible por la fortuna que poseo sin haberla buscado, sin merecerla, y llegó a mí cuando ya había renunciado a la confianza en vivir nuevas experiencias; y aquí estoy, de paseo en el espacio, en contemplación fascinante del enigma cósmico que es el único planeta que abriga una maravillosa variedad de formas de vida. La Tierra abriga al hombre, y el hombre ya es capaz de vivir fuera de la Tierra, cargando en sus espaldas las condiciones de soporte biológico. Recuerdo mis meditaciones cuando revisaba la información sobre la llegada del hombre a la Luna; recuerdo haber tenido un pensamiento similar a la experiencia que en estos momentos vivo, cuando contemplaba videos de astronautas caminando a saltos alrededor de su base lunar. Y ahora, soy uno de ellos, desplazándome a gran altura sobre la Tierra, sobre Europa.

– ¡Europa!, la sede principal de la acción humana, de la acción terrible y liberadora, opresiva y emancipadora, asiento de la razón luminosa y pura, y de la tétrica maldad, del crimen horrendo del hombre contra el hombre; asiento del desarrollo tecnológico, de la ciencia y filosofía, de grandeza del arte y religiones antiguas, ¡del cristianismo y sus castigos y consuelos! Que el hombre haya pisado la luna, que sea capaz de recorrer los perímetros de la Tierra en órbita espacial, que el hombre se haya adaptado a todas las regiones climáticas y haya sido capaz de alterar el clima en todo el planeta, y que, por igual, sea capaz de organizar el compromiso y acción de sociedades avanzadas y atrasadas para detener el peligroso cambio climático, es evidencia de que el hombre es capaz de la grandeza y hazañas que se propusiera, por imposibles o temerarias que parecieran. Europa es inspiración y condición de todo eso. El hombre es condición de acción y posibilidades de libertad, luminosidad y aberraciones; algo ha aprendido para alejarse de esas aberraciones, y cuidarse, con su mejor esfuerzo de no repetirlas; a pesar de crímenes y pecados, culpas y omisiones, el hombre merece existir como justificación del cosmos, más aún, porque es capaz de organizar la representación del universo de modo ordenado, comprensible y lógico. Tal vez, el hombre fuera la única criatura racional en el universo, pero eso no importa; lo importante es la aptitud que ha descubierto para ser un fin valioso en sí mismo, como dijo Kant; aunque el hombre haya llegado convertirse en un medio para la civilización soberbia y tecnológica. Eso, ¡también es el hombre!

– ¡Kant! Grandioso privilegio pronunciar su nombre en el ámbito sideral; él, como nadie, vio las posibilidades y limitaciones de la razón. ¡Ah!, ahí está Kaliningrado, la antigua Koenigsberg, donde nació y murió el hombre maravilloso que fue Kant…; más abajo, veo el territorio de Grecia, donde floreció el pueblo más libre de la antigüedad y la obra de su cultura y civilización ha inspirado a Europa desde el siglo XIV; por ese componente principal, es deseable que Europa en su ocaso, permaneciera como un atardecer eterno, que su luz postrera no se apagara jamás.

-Prosigo mi recorrido espacial…, ahí está Rusia, la inmensa Rusia, la blanca Rusia. El pueblo ruso ha sido grandioso, valiente y temerario, sufrido y doliente. ¡Un gran pueblo! Como Unión Soviética, compitió y supo medirse con Occidente, al que repudiaba por ‘burgués’, ‘decadente’ y ‘reaccionario’, en nombre de las doctrinas de Stalin sobre el marxismo y proletariado; poco o nada queda del socialismo soviético; cayó el régimen socialista y con rapidez escandalosa, el capitalismo fue restaurado en Rusia; resulta -entre grotesco y paradójico- tener que decir que Kerenski tenía la razón histórica con su argumento de la pertinencia del gobierno provisional, luego de la abdicación del zar. La insurrección en su contra era incontenible, y la astucia de los bolcheviques, cruel y avasalladora; nació un mundo que quiso marcar la diferencia con el doble signo de democracia y dictadura del proletariado, con la promesa de formación de un hombre nuevo, pero era una ilusión, una fe sin bases arraigadas en la historia de manera suficiente; ‘eso’ nadie podía argumentarlo en aquel momento, mucho menos, demostrarlo. Triunfó la dictadura de la dirigencia del partido comunista, no del proletariado, fracasó la ambición de formación de nuevos mundos y nuevos hombres, y después, mucho después de la Revolución de Octubre, cayó el mundo socialista todo, de un solo golpe y de manera vertical; mientras existió, fue posible por el inmenso heroísmo del pueblo ruso, por su inmensa capacidad de sobreponerse al sufrimiento y el dolor, -capacidad proveniente tal vez- de su inmensa fe ortodoxa cristiana. La historia siempre acaba por sobreponerse a los hombres; siempre acaba por imponerse a los resultados de la acción y pensamiento que la forzaron, o pretendieron forzarla. La historia ha hecho justicia a Trotsky, quien pretendía la destrucción de toda historia; por esa ambición desmesurada de ver el mundo consumirse en llamas de revolución y sangre, pagó un precio desmesurado; hace tiempo que sus cenizas fueron trasladadas de la Ciudad de México a la muralla de honor de los héroes soviéticos; también allí reposan las de sus dos esposas y cuatro hijos, de trágica existencia. La urna con las cenizas del asesino de Trotsky, fue cambiada de su lugar de origen, y colocadas frente a la humilde tumba de José Stalin.

-Miro más allá del Norte de Moscú, y alcanzo a distinguir la larga isla polar y deshabitada de Nueva Zembla; pocos lugares como ese, distintivos de la brutalidad del trato del hombre al planeta Tierra, dicho así, de manera indeterminada y abstracta. En varios puntos de esa isla de casi mil kilómetros de longitud, la Unión Soviética hizo decenas de pruebas nucleares, y entre ellas, la detonación del artefacto atómico más poderoso, de sesenta megatones, equivalente a la explosión de sesenta millones de toneladas de dinamita. También, es el cementerio más grande de desechos radioactivos, y no es posible afirmar que miles y miles de toneladas de metales, instrumentos, motores, reactores, maquinaria, agua contaminada, estén bajo resguardo seguro, en condiciones garantizadas; el desarrollo de la tecnología nuclear es una de las mejores pruebas de que el hombre no sabe manejar los mayores secretos de la naturaleza cuando logra el desciframiento de uno de ellos; es así, en parte, porque el hombre ha llegado lejos en el escudriñamiento de la naturaleza sin haber comprendido su lugar en el cosmos; la humanidad jamás podrá manejar las consecuencias totales del desarrollo de la tecnología nuclear; nunca entenderá la esencia íntima del átomo, pero ha sido capaz de romperlo y liberar las energías que guarda en su núcleo; eso es, al mismo tiempo, -algo maravilloso, casi divino -y también- algo horrendo. ¡Oh! Esas meditaciones han ocupado mi transcurso por el inmenso territorio que fue la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Ahí veo la península de Kamchatka y las islas que exploré hace tiempo, con ansias paleontológicas. Lugares inhóspitos, helados y grises, pero en ellos, los poderes del socialismo y capitalismo tuvieron bases militares durante la ‘guerra fría’, para prever -o asestar-, el primer golpe. -Ahora he variado la dirección de mi trayecto, dirigiéndome un poco hacia el Sur. Cruzo por el Pacífico; su azul, de suavidad maravillosa, es fondo que recorta nubosidades de blancura sin igual. Ahora, mi ruta espacial desciende hacia el ecuador terrestre…, avizoro el territorio de México … También diviso la América Central. ¡Qué hermoso es el mundo terráqueo! ¡Qué hermoso y extraño es México! ¡Qué pobre y atrasada, la mayor parte de América Central! Países con más de tres siglos de existencia como naciones independientes, y sólo con enormes esfuerzos sostienen la democracia que han consolidado de manera parcial, sin el desarrollo sustentable y suficiente. Recuerdo que Hegel menciona a México, una o dos veces en su obra portentosa; en una de esas veces, insinúa su desaparición; sólo dice que ‘el futuro del mundo será decidido en América’ como “lucha entre el Norte y el Sur”; no dice más, y no sería justo hacer reproche alguno a Hegel; con esa frase dijo demasiado; llevadas esas palabras a la interpretación, cabría decir que, en efecto, México desaparecería, porque en su territorio ocurriría el tremendo conflicto entre pueblos y países pobres del Sur, con dos naciones poderosísimas, y todas, pertenecientes a la civilización occidental. México tiene que salvarse del trágico destino que es el vaticinio de Hegel, expresado en nombre de la historia del mundo, del espíritu del mundo, del devenir de la razón. México tiene que salvarse por sí mismo, de manera diferente a las ocasiones en que ha sabido salvarse; los pueblos centroamericanos también merecerían alcanzar el progreso anhelado, pero es insuficiente la conciencia que tienen de los medios adecuados para ese fin; de igual manera, es insuficiente la conciencia apropiada para elevarse a esa meta, que añoran en silencio y con representación insuficiente. -Recién atravieso por la Colombia y Venezuela, y percibo algunas islas del Caribe. – ¿Cómo se siente profesor Kofka? –dijo la voz del audio proveniente del Centro de comando de la estación orbital, que sacó a Fausto de sus meditaciones. – ¡Bien, excelente! -Nuestras computadoras y señal de radar, indican que los sistemas de su UMA funcionan sin problemas. ¿Reporta usted las mismas lecturas? -Es correcto. -Dispone de oxígeno suficiente y gas de navegación. Mantenga la observación de esos registros. -Cumpliré de manera correcta esas indicaciones. -Enterados, profesor Kofka. -Cambio y fuera. Recién terminó la comunicación reglamentaria de supervisión técnica, Fausto miró otra vez el globo terráqueo; vio que su trayectoria era casi paralela con la línea del ecuador, y sobrevolaba Africa ecuatorial, la costa nor-occidental, de Guinea hasta Camerún, pasando por Liberia, Costa de Marfil, Ghana y Togo. -Una de las regiones de mayor desdicha humana –dijo para sí. – Esos países eran las regiones de captura y exportación de negros, de tribus casi completas para someterlos a la esclavitud en Cuba, en las minas del virreinato español y plantaciones de Estados Unidos; de manera trágica y paradójica, ahora son los países africanos más occidentalizados y cristianizados; lo uno siempre ha ido de la mano con lo otro: secuestro y esclavitud, uno, entre tantos otros, de los crímenes del hombre contra la humanidad. Ahora veo la región de los grandes lagos; veo los territorios de Tanzania y Kenia … En la región que ocupan esos países, ¡allí apareció el hombre! En ellas, que fueron un enorme lago en tiempos geológicos remotos, en sus riberas, ocurrió la evolución de la especie humana durante tres millones de años. ¡Acontecimiento portentoso! ¡Un orgullo del cosmos! La evolución del cerebro humano y de la garganta, son un misterio, cuyas causas tal vez nunca serían clarificadas del todo, o de manera suficiente al menos, ¡pero ocurrió! Es un misterio que ha flotado entre la ciencia y la teología, entre la filosofía y la fe en Dios; la flotación de ese misterio tiene el fondo de la inteligencia práctica como comienzo, y la razón como culminación. ¡Qué portento es el hombre! ¡Sólo así parece desde las alturas! Miserias, horrores, pecados, crímenes y degradaciones parecieran ocupar el lugar que merecieran desde estas alturas. Acaso esa sea la figura más completa de la condición humana: que cada cosa encuentre su lugar en la vida, que cada experiencia tenga la importancia que merece. Encontrarme en estas alturas, es momento supremo de mi propia condición humana; es momento en que cobra la máxima claridad mi convicción sincera para hacer algo grandioso en favor del devenir del hombre, hacer algo en favor de un devenir particular dentro del devenir capitalista, en búsqueda de menos injusticia, menos desigualdad. Aquel libro de Fukuyama, algo tenía de razón; fue famoso, tiene las condiciones suficientes para convertirse en uno de los mitos el siglo XXI, en componente de la nueva representación del mundo. ‘Algo’ creo poder hacer en favor del mejoramiento del hombre con la fortuna que la casualidad y el azar pusieron en mis manos. ‘Algo’ puedo hacer en favor de la constitución de condiciones de un hombre menos oprimido, con fundamento en el espíritu de Europa y en favor de la preservación y continuidad del espíritu europeo; trataría de hacer algo en favor del hombre post-occidental. ¡Ah! Ya pasé sobre el Norte de Australia y sigo la línea ecuatorial. En ese país, junto con Nueva Zelanda, están las condiciones y posibilidades de un mundo capitalista más organizado; también, más racionalista y menos agresivo con la naturaleza; esos pueblos han sido fieles a sus tradiciones fundacionales, combinándolas con tendencias progresistas, innovación cultural y la ciencia y tecnología. No las distingo para nada, pero el mapa de la computadora marca mi paso sobre las islas Marshall…, islas de triste memoria; cuando Estados Unidos era la potencia mundial incomparable, y metido en la competencia armamentista con la Unión Soviética, hizo sus pruebas nucleares en esas islas; en realidad, son lagunas formadas por barreras de coral; en ese lugar, y con semejantes ensayos, el hombre cometía atrevimientos mayúsculos en la manipulación de la materia y energía; el hombre ha sido capaz de liberar la energía atómica, cuando la humanidad apenas está preparada para la pólvora y la máquina de vapor; la prueba de ese atraso, son los miles de toneladas de desechos radioactivos -enterrados y cubiertos con el domo Runit- utilizados en pruebas atómicas a lo largo de doce años; ese peligrosísimo material estará radiactivo durante miles y miles de años. La civilización no estaba preparada para las consecuencias indeseables del manejo que el hombre ha hecho de la energía del átomo. Eso no lo vio Konrad Lorenz. Bueno, creo que sí lo vio; era un hombre de pensamiento extraordinario…, pero creo que no lo escribió. De acuerdo al mismo Lorenz, debo decir que los hombres han sabido hacer un uso político de las armas atómicas en lugar de un uso militar. Pero es inevitable recordar que fue precisamente la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, quien provocó a Estados Unidos cuando instaló misiles atómicos en Cuba; en aquella ocasión, la humanidad, la civilización y el planeta Tierra, sí estuvieron al borde de la aniquilación. Ahora veo el Sur del continente americano; allí, como en cualquier lugar del planeta, hay culturas, hay religión, hay Estado; ocurren nacimientos y fallecimiento de seres humanos; no cabe duda, en cada nación, han aparecido grandes hombres, ‘hombres históricos’, los llama Burckhardt, el pensador solitario y marginado, el crítico de dictaduras y tiranías del siglo XIX. ¡Gran pensador! ¡Expresó la conclusión pesimista, o al menos, escéptica sobre los discursos y teorías de la filosofía de la historia; creo que dijo que “a fin de cuentas, los hombres son desdichados y lo serían en el futuro en un largo plazo, porque no han comprendido el sentido de la vida” ¡Grandiosa idea! Esa situación tiene siglos y siglos de permanencia, y es seguro que tendría muchos otros siglos de vigencia, tantos, como los hombres tardaran en comprender el sentido de la vida en general, y la maravilla cósmica de la existencia del ser humano. Esa es la condición de la paradoja que no se entiende y acaba resuelta como desdicha. Pero cualquier hombre vive y actúa como si no fuera a morir. ¡Ah! Casi llegó al Océano Atlántico, atrás queda la Amazonia, devastada por la acción del hombre; cómo ha crecido la conciencia colectiva de la culpa y el pecado por la destrucción de la naturaleza; son culpa y pecado que brotan del reconocimiento de que el hombre es un depredador sin rival, y que ha dañado y enfermado al planeta. Es terrible pensar en la reacción de la naturaleza herida. ¡Es terrible pensar que no tendría piedad! ¡Podría resultar aniquiladora! -Aquí, Control de la estación espacial, ¿todo bien, doctor Kofka? –preguntó la voz electrónica que sacó a Fausto de sus cavilaciones metafísicas. -Aquí, UMA. Todo bien, los sistemas funcionan de manera correcta. -Confirme su posición. -Curso de órbita, sobre la costa oriental de África. -Correcto. Coincide con nuestro radar. – ¿Listo para reencuentro y acoplamiento? – Listo; confirmado. Enterados. Dentro de quince minutos, sobre Vietnam. Introduzca las coordenadas de contacto que aparecerán en la computadora de su vehículo. -Recibidas. Introducidas en sistemas de propulsión y navegación. -Recepción confirmada de coordenadas. Todo está listo para su regreso a la Tierra en el trasbordador espacial, dentro de 48 horas. -Enterado, control de misión. Cambio y fuera. Mientras la UMA avanzaba hacia el punto de encuentro con la estación espacial, Fausto miraba una vez más, el panorama azul y blanco del planeta Tierra. – ¡Es maravilloso! El lugar más valioso del universo para nosotros, hasta ahora, único; la morada del hombre. Esta perspectiva que ahora miro, es la perspectiva del ser, es la condición de referencia del pensar metafísico, y de toda acción y pensamiento. La Tierra es lo que es, o sea, el ser. Pero el hombre tiene que entender que no es dueño del planeta, que pertenece a todos los seres vivos; tiene que entender que no puede hacer lo que quiera con la naturaleza, que no puede asumirla como propiedad, que no debe transformarla con el efecto de la destrucción. El reto del hombre es la constitución de la armonía de la civilización con la naturaleza; de lo contrario, el riesgo es que la naturaleza se muestra implacable contra la historia y sociedad. La fascinación del panorama del planeta Tierra impedía cualquier otra idea, cualquier otra divagación, la mirada sólo quería absorber para siempre la imagen de aquel objeto; en el mismo instante, Fausto sentía la resolución de sus paradojas y ansiedades.

Una voz Sideral:

Fausto meditó durante dos días en la estación espacial de China, la continuación que daría a la nueva vida que llegó sin haberla buscado; está en un juego en que no pidió participar; no había hecho apuesta alguna, pero ha recibido premios sin haber apostado; ha ganado sin jugar. Ahora quiere hacer una apuesta; si gana, pagará el precio; si pierde, pagará el precio, ¡es el Destino! Ya sabe lo que quiere hacer, algo digno de sus poderes intelectuales, dinerarios y tecnológicos. Está decidido a intentar un cambio en el hombre, a emprender ese esfuerzo. El Destino quiere que no tenga la apariencia de una trampa…, ¡pero sí lo sería! La sensación de lo infinito, la percepción de lo ilimitado, es instigación de fuerzas diabólicas. Que el hombre persevere en la incitación de esas fuerzas, ¡es la trama del destino! Soberbia y debilidad en conjunción, son el secreto de la condición humana, el motor inmóvil del Destino. Perseguido por esas fuerzas, Fausto descendió a la Tierra.
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IMPORTANCIA Y APORTACIONES DE LA FILOSOFIA EN LA CUARTA  TRANSFORMACION

IMPORTANCIA Y APORTACIONES DE LA FILOSOFÍA EN LA CUARTA TRANSFORMACIÓN

México está en un proceso de cambio político, económico y social, de reacomodo de las ideologías, partidos, corrientes de opinión y grupos de presión que habían sido hegemónicos o influyentes en las últimas décadas. Son cambios que ocurren con la aceptación y simpatía de unos, porque los deseaban, a diferencia de otros que los rechazan, en particular de los principales que detentaban el poder. Pero los cambios políticos no ocurren por voluntarismos, sino acontecen porque la situación los impone, y frente a esa clase de situaciones, lo mejor es aceptar el proceso real que la negación sin argumentación válida; de lo contrario, los rechazos aparecen como indiferencia simulada o reacciones viscerales.

Las situaciones políticas no se eligen, son impuestas por la realidad, porque provienen de la historia.

Por ejemplo, el gobierno de la Cuarta Transformación es resultado de los cambios en la realidad social y conciencia de muchos mexicanos, son consecuencias de las cuatro devaluaciones de la moneda nacional, ocurridas entre 1976 y 1994; fueron cambios que hicieron felices a poca gente, a una élite bancaria y financiera; desde entonces, la mayoría de la población, -una generación completa de trabajadores- ha padecido el empobrecimiento y falta de oportunidades de desarrollo humano y calidad de vida de quienes ahora, en 2020 son adultos mayores, pero cuando ocurrieron las devaluaciones monstruosas y aterradoras, eran jóvenes. Puede decirse que después apareció una generación completa de mexicanos sin horizonte de futuro, porque existen en las condiciones de enormes dificultades sociales y económicas provenientes de la depreciación de la moneda nacional, de la fuerza de trabajo y de oportunidad de empleo con salario digno.

También puede decirse que los abuelos y padres de los jóvenes nacidos en el año 2000, enfrentaron la vida hace medio siglo, en condiciones de austeridad, desempleo, subempleo, encarecimiento brutal del crédito y salarios miserables; junto con otros cambios impresionantes, lucharon para lograr una vida para ellos y sus familias en medio de enormes dificultades y con resultados inferiores a los esfuerzos cumplidos.

Muchos, muchos de aquellos mexicanos que han llegado a la juventud y adultez en semejantes condiciones, han mostrado la caída en la desesperanza, la rebeldía ciega y hasta en el nihilismo, que es la negación de la vida, de la moral, de la política y civilización.

Inseguridad, descomposición social, crisis de la familia, indiferencia individual y colectiva hacia los valores, actitudes y tendencias suicidas, junto con violencia criminal y asesina, son algunos aspectos y causas de la situación actual de México. Sus causas son la corrupción, dice el presidente de la República. Las causas provienen de la corrupción, dice el presidente de la República. Es una crisis de humanidad. Y la filosofía no permanece indiferente a las crisis de humanidad. La situación de México es situación de crisis que impone a la filosofía dirigir su entendimiento reflexivo al pavoroso estado del mundo.

Es sabido que el presidente de la República acostumbra a dar informes y hacer comentarios cotidianos de la situación de crisis del país, y de las acciones políticas que son las mediaciones para enfrentarlas, y que, en su conjunto, es proceso de constitución de la ideología de la Cuarta Transformación, con sustento en valores, ética y moralidad; esa es la figura ideológica que el presidente constituye como dirección para la nueva política que ha comenzado a gobernar a México.

La consideración de la importancia y aportaciones de la filosofía en la época de la Cuarta Transformación, requiere señalar la diferencia y conexión entre filosofía y política.

La filosofía es pensamiento reflexivo con rigor crítico mediante los conceptos más generales -llamados categorías- para cumplir el examen de problemas del mundo, de la conciencia, de la actividad humana y de fundamentos de la verdad y perfección de la libertad siempre manifestada en la condición humana. Dice Bertrand Russell que en filosofía nada hay más deshonesto que la pretensión de hacer del pensamiento filosófico un conjunto de prácticas activistas que nada tienen que ver con la verdadera misión de la filosofía. La filosofía es, de manera principal, examen de la constitución de la crítica de la conciencia del mundo, reflexión sobre la relación del hombre con el mundo y de las mediaciones de la actividad constituyente de esa relación, que son el trabajo, la libertad, la técnica y política.

La política es ejercicio de la autoridad del Estado y acción del poder para proteger y preservar la convivencia humana regulada por el derecho y la justicia.

Las situaciones de crisis políticas son representativas de crisis de la autoridad del Estado, en la impartición de justicia y de descomposición social, de confusiones ideológicas, existenciales o morales en la conciencia individual y colectiva.

Son las situaciones de crisis políticas con tendencias de convertirse en crisis históricas las que establecen la conexión de la filosofía con la política.

La importancia y aportaciones de la filosofía a la política de la Cuarta Transformación consisten en el examen crítico del movimiento de emancipación social y ciudadano que es la política del presidente López Obrador, y reconocimiento de esta como respuesta popular o mayoritaria a las situaciones de crisis de México.

La contribución de la reflexión filosófica a la Cuarta Transformación es el examen crítico de las acciones y respuestas que esa política ofrece y practica para enfrentar o resolver, los problemas que plantea la realidad problemática y vida histórica de México.

Con frecuencia, el significado filosófico de la Cuarta Transformación aparece en el discurso presidencial alusivo a situaciones históricas y situaciones políticas, sociales y culturales; el reconocimiento en ese discurso de la crisis del Estado, descomposición social y crisis de la familia, de los efectos nefastos del neoliberalismo, de inmediato induce el examen crítico de esos procesos reales porque son situaciones de crisis; más aún, la filosofía tiene algo qué decir cuando el mismo discurso hace alusión a los defectos de la globalización y economía del mercado; a  la pasividad ideológica, sumisa o simulatoria de las universidades públicas frente a las crisis nacionales; a la concepción del fin de la historia, o cuando expresa la crítica del individualismo egoísta y protagónico y que propone, en cambio, el bien común y los principios cristianos como fundamentos de la vida en comunidad.

La función social de la filosofía en relación con el gobierno de la Cuarta Transformación, es el examen crítico de situaciones históricas y sociales, circunstancias políticas y crisis particulares o regionales que enfrenta la nueva política, y que demandan atención inmediata y alternativas de solución de carácter precisamente político y mediante acciones democráticas de participación ciudadana.

La importancia y aportaciones de la filosofía en la Cuarta Transformación es la constitución de conceptos que determinan las causas y condiciones de existencia de problemas y crisis, y presentación de estas, como totalidades concretas, junto con el señalamiento de las tendencias que muestran los mismos problemas y crisis en favor de su solución, o amenazas de complicaciones. Es misión del pensamiento filosófico descubrir y mostrar las conexiones de esas dificultades con la realidad histórico-social, con las formas e intereses de la conciencia de grupos o sectores sociales, y con los intereses nacionales.

Es función social de la filosofía investigar los nexos de problemas y crisis con las principales actividades humanas, que son el trabajo, la política y la técnica. Por ejemplo, que la Cuarta Transformación induzca la reforma política del modo de hacer política del poder ejecutivo, y de la organización y acción del poder judicial, es algo que, por sí mismo, es un problema filosófico y político.

De igual manera, la orientación filosófica de la política aparece como deseable o necesaria cuando el discurso presidencial admite la fuerte presencia del racismo en la sociedad mexicana, o cuando hace alusión a las cualidades del pueblo, o cuando postula la moralidad del gobernante, humanización del poder, o la reconciliación del hombre con el mundo, el perdón y regeneración de México. Cada uno de esos problemas merece el examen filosófico, Que los mencione el presidente López Obrador es tan inusitado como estimulante para el pensar filosófico. Es verdadero decir que, después del presidente López Portillo (1976-1982), no hubo en los discursos y acciones políticas presidenciales posteriores, alusión alguna a la vida del pueblo, a las luchas populares, a las acciones heroicas propiciatorias de transformaciones políticas, sociales y económicas que forman la historia de México.

La reflexión sobre la importancia y aportaciones de la filosofía en la Cuarta Transformación está a la mano; allí están, a disposición de quien quiera asumir el compromiso y belleza de cumplir el deber, las herencias de la gran tradición filosófica de Occidente, y de México. La historia de la filosofía, la grandeza de su tradición, es la condición fundamental para que el pensamiento filosófico comience la constitución de sus aportaciones para la crítica de los fundamentos, recursos y nobleza de finalidades de la Cuarta Transformación, que muestra tener como horizonte responder a la voluntad del pueblo mexicano para la regeneración de sí mismo mediante su consciencia de la libertad, del bien, de la belleza y de la verdad para emanciparse del temor, horror y temblor frente a situaciones de horror crueldad de injusticia que no merece. La Cuarta Transformación es la ideología que responde a la conciencia que tienen los mexicanos sobre la grandeza de las luchas históricas para construir una sociedad menos injusta y un país menos opresor y más propicio para la emancipación del hombre mexicano.

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