Jorge Vázquez Piñon
5.06" x 0.72 "x 7.81"
319 páginas
May 31, 2007
979-8476455035
Blanda
La bella y enigmática Carmen Mondragón Valseca, conocida en sus buenos tiempos (1922-1945) fue nombrada como Nahui Olin por el doctor Atl; ella lo aceptó como nombre propio, para publicar libros y firmar pinturas; después de 1945 cayó en el olvido social y auto abandono existencial; vivía de su modesto salario como maestra de dibujo, y así permaneció hasta su muerte, acontecida en 1978.
José Vasconcelos fue de los primeros, o el primero, en dejar constancia narrativa de la extraordinaria belleza de Carmen Mondragón, al igual que Diego Rivera dejó el suyo en importantes murales; con el declinar de sus atractivos físicos apareció el desorden psíquico y auto abandono en la tristeza y soledad como existencia bajo el dominio doloroso del deseo insatisfecho y sufrimiento de los conflictos padecidos en la relación con ella misma y la realidad; sufría sin sentir compasión de sí misma.
El presente estudio pretende una aproximación descriptiva y clarificante de algunos aspectos del misterio de Carmen Mondragón Valseca, plasmado en pinturas, cartas, apuntes autobiográficos y extrañas composiciones poético-ensayísticas; este estudio se refiere a tan enigmática y bella mujer por su nombre civil, con el propósito de evitar contribución alguna al fortalecimiento del mito sobre ella; sería una injusticia fuera de toda proporción que la sociedad fascinada con la imagen y virtualidad hiciera un mito de una mujer que sólo ansiaba el encuentro con la verdad de sí misma, y que fracasó en todos esos intentos, hasta sucumbir en el desorden psíquico, y que de manera extraña supo soportar la indiferencia, olvido y abandono de parte de quienes la admiraron, desearon y amaron; padecía el dolor de la ambivalencia de sus emociones, presentía las enigmáticas fuerzas que la agitaban, sin comprenderlas, y se adentraba en el examen de su dolor, sin lograr resultados benéficos o explicaciones suficientes; se declaró derrotada por fuerzas que desconocía y de las que luego se sintió depositaria; “soy así contra mi voluntad”, llegó a escribir; sean los orígenes que fueran del dolor y sufrimiento, aparecen como imposibilidades del mito.
Nos acogimos a los testimonios y recuerdos del pintor de los volcanes y escritor de cuentos y novelas de ciencia ficción que dejan el entendimiento en vértigo, para que nos dirija en el temerario esfuerzo de aproximación al misterio de “aquella extraña mujer”; nos acogemos a la guía del pintor escritor que la amó, comprendió y sufrió, hasta la aceptación de la renuncia a amarla cuando aceptó la inutilidad de amarla a pesar de todo, y el fracaso de sus esfuerzos para inducirla al amor de su propia humanidad por encima de su “loca sed de amar”.