Jorge Vazquez Piñon

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CONSIDERACIONES ANTINIHILISTAS VI

Consideraciones Antinihilistas VI

VI

Decadencia histórica y tendencia del cambio civilizatorio.
Los cambios políticos, económicos y sociales derivados de la caída de la Unión Soviética, el neoliberalismo y economía de libre mercado –que dejaron al mundo en poder del capitalismo especulativo financiero, han afectado de manera desfavorable la cultura de la vida y la vida de la cultura, el tejido social de la convivencia, la propiedad, el trabajo y la familia, y que fue el resultado de quinientos años de evolución de la sociedad civil.
Para mal o para bien, la sociedad civil parece haber desaparecido, o al menos, encontrarse en franca descomposición, o extinción. La descomposición de la sociedad civil, junto con el gran peso y amplia influencia que ha ejercido en la evolución histórica y social, es condición de amenaza de colapso de la civilización, de manera especial, en países que tienen un desarrollo intermedio y también, en las sociedades atrasadas, a las cuales ha sido impuesto el estancamiento irresoluble que podría llevarlas a su desaparición como pueblos y naciones que han anhelado la soberanía…, sin la fortaleza suficiente, cuyas acciones al respecto han tenido resultados que no corresponden a los grandes esfuerzos cumplidos en favor de una libertad apenas incipiente.

La decadencia de la sociedad civil –ya de por sí- dolorosa para las clases medias burguesas, y también para la clase trabajadora aburguesada, que parece haber olvidado sus verdaderos intereses y posición de clase que la producción y sociedad, es posibilidad -o tendencia de un profundo cambio de la civilización, con implicaciones probables –más dolorosas aún, que las penas derivadas de la decadencia de la sociedad civil
. Lo bueno y lo malo de la descomposición de ella por todos los rumbos del planeta, es algo susceptible de representar que la humanidad parece estar preparada, o preparándose, para un cambio de civilización, y para el ingreso en una nueva etapa de su evolución; o también, el reingreso a una etapa de evolución anterior, considerada ya superada.
Lo uno y lo otro, representaría la aparición de una nueva forma de organización de la familia para la conservación de la especie y de nuevas formas de convivencia social, difíciles de suponer posibles sin el autoritarismo de la fuerza pública y la prepotencia de las élites del poder. La observación del movimiento de las actividades económicas, políticas y sociales descubre la aparición de nuevas formas de propiedad, recreación y formación de las nuevas generaciones, que muestran un distanciamiento extremo respecto de las grandes tradiciones culturales.
Esta observación, también sugiere que está en curso un cambio en la civilización, o de la civilización, sin rumbo claro y horizonte definido a cabalidad; pero no deja de recordar la Edad Media, y sus instituciones de servidumbre y relaciones de sumisión a los poderes, junto con la renuncia al pensamiento libre.
El preámbulo del posible cambio civilizatorio ha sido pregonado como el peligro del cambio climático, efecto del calentamiento del planeta; lo mismo significa la importancia mundial de las ideologías de la conservación del medio ambiente y protección de la naturaleza. Sin embargo, hay un peligro mayor, más atroz, representativo de la contradicción innegable, inocultable, y al parecer, inmanejable, y que es la superabundancia de seres humanos, la sobre-reproducción de la especie humana.
Es inocultable que los recursos naturales del planeta Tierra son insuficientes para la alimentación, mantenimiento y desarrollo social saludable de la población global; por ahí viene el desastre, que por su fuerza innegable –una pavorosa hambruna de proporción mundial- impondría un cambio destructivo en la civilización, mediante la violencia irracional que surgiría de los instintos desatados. Tarde o temprano, de un modo o de otro, surgiría una nueva civilización, luego de una pavorosa conmoción biológica de la especie humana, donde triunfarían no los más aptos, sino los más fuertes.
Darwin resultaría negado y contradicho, porque esto sería un colapso mundial –con rapidez insospechada- de la organización social que sustenta con dirección y orden a la convivencia, con fundamento en la experiencia de varios milenios de actividades humanas, bajo diferentes formaciones sociales que, de pronto, aparecerían como incapaces de cumplir sus funciones elementales y preservación de sus fines básicos.
Además, Darwin habla de una evolución de larga duración, lentos cambios y selección de especies más aptas para adaptarse al medio natural. El colapso de la civilización, efecto de la sobrepoblación humana, sería súbito o y rápido, devastador y de aniquilación de millones y millones de individuos, efecto del hambre, las epidemias y la violencia extrema para conseguir alimentos y medicamentos, mediante la fuerza, en ciudades grandes, medianas y pequeñas; los habitantes de poblaciones campesinas, chocarían entre sí, aniquilándose unos a otros, en procuración de la supervivencia, a la vez que en preparación de defensa, frente a la pavorosa emigración desesperada de las grandes ciudades al campo, en búsqueda de alimentos almacenados, y los habitantes del campo –miserables y dominados por el terror, emprenderían la migración masiva a las ciudades medianas y pequeñas, en búsqueda de lo mismo.
En uno y otros casos, triunfarían los más fuertes, en ese ambiente de barbarie y desolación. El rumor de ese preámbulo ya resulta perceptible en casi cualquier lugar del mundo, bajo la figura del fenómeno siniestro y pavoroso de la falta de empleo; no hay trabajo para la mayoría de quienes lo necesitan, para quienes se incorporan año con año, a la edad socialmente productiva, y que reúnen los requisitos para un trabajo calificado. No hay nuevos empleos suficientes, en casi ninguna parte del mundo, y esa es la realidad; en todas partes del mundo, disminuyan los servicios asistenciales de salud pública, y la calidad de la educación decae sin remedio
. En casi todos los lugares del mundo, el amor ha sido desplazado por el sensualismo y la degradación y deformación de los instintos, despojados de la condición de placer verdadero y erotismo emancipador. En casi todos los lugares del mundo, el conocimiento de la verdad y de leyes de la naturaleza, principios del pensamiento, comprensión de la historia y de las formaciones sociales, ha sido sustituido por ideologías del sensualismo, consumismo, de publicidad y comunicacionismo vacío, superficial y vulgar. Esto es lo que gobierna la vida social; eso es el engaño emocional de la especie humana para sostenerse, mientras continúa reproduciéndose de manera descontrolada y ciega, bajo el impulso simple del instinto suelto y sin orientación.
Y, a pesar de todo esto, de vez en vez, parece escucharse el eco de la voz del espíritu, por boca y palabra de hombres que casi nadie escucha, pero que recuerdan los principios de la humanidad, las ideas de autoconsciencia y auto- perfeccionamiento de la evolución histórica, política y social de la humanidad, mediante el pensamiento que asimila la realidad del mundo, y genera propuestas representativas de las tendencias que abriga el mundo, para que el hombre cambie, a favor de sí mismo; de vez en vez, se escuchan las voces que argumentan a favor del perfeccionamiento de la libertad, el pensar y creatividad, la justicia, el derecho, la libertad y la dignidad.

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CONSIDERACIONES ANTINIHILISTAS V

Consideraciones Antinihilistas V

V
Alienación, autoconciencia y rebeldía.
En todo acto, instante o momento de la vida, el individuo es consciente de lo que quiere, de lo que hace y de lo que piensa; y todos y cada uno de esos contenidos de conciencia, aparecen impregnados con un propósito, aspiración o finalidad, y de un modo o de otro, los mismos contenidos implican valores, están orientados por valores o aspiran cumplir con valores, de manera directa o indirecta, inmediata o mediata.
La conciencia preside la vida humana, la formación de la especie humana y el devenir del perfeccionamiento de la libertad de la humanidad. Por supuesto, la conciencia es susceptible de verse engañada, o seducida por los velos de la enajenación y la alienación que ocultan, o distorsionan la nitidez y significado de los actos de voluntad, acción y pensamiento.
La realidad amenazante –proveniente del mundo y subjetividad, para que la conciencia no se vea despojada de su esencia –el saber de sí, o ser consciente de sí misma (enajenación), o que quisiera llegar a sentirse lo que ella no es (alienación), es la condición de origen de la autoridad que tiene la conciencia para la rebeldía –al menos subjetiva, contra las atrocidades del mundo que atentan contra la libertad de la humanidad.
La conciencia rebelde es autoconciencia, conciencia que sabe de sí, es unidad de libertad, pensamiento y aptitud de acción para el beneficio de la sociedad y perfeccionamiento de alguna de las múltiples facetas de la gema preciosísima que es la obra de la cultura, labrada y pulida por el paso de las generaciones.
La conciencia rebelde es libre; es la autoconciencia del saber de sí como tiempo, acción y transformación para el perfeccionamiento de la libertad individual y de la humanidad, que avanza -a pesar de todo- con el estandarte indestructible y luminoso del espíritu constituido mediante su propio perfeccionamiento.
VI
Razón suficiente del vivir.
“La vida se esfuma día a día”, es verdad; ya lo dijo el poeta Omar Kayam, y esa realidad es confirmada por el sano juicio y criterio de vida cotidiana, propios de cada individuo. Es una verdad que cualquiera sabe y entiende; también hay hombres que nunca, o casi nunca prestar atención a esa verdad, porque están demasiado ocupados con sus actividades o preocupaciones; también hay hombres que avanzan en el esfuerzo de comprender el sentido de vivir como oportunidad para construir la existencia, y conquista de la libertad como modo de vida subjetiva y objetiva.
El beneficio de la comprensión del sentido de vivir es que ese acto de pensamiento se convierte en fundamento de relación activa con el mundo. Es altamente probable que el perfil, calidad y posibilidades de semejante comprensión, aparezcan en relación directa con la organización del trabajo, la pertenencia a cierta clase social y la formación intelectual y moral, o religiosa. Además, de semejante perfil, también depende el significado y valor, reconocidos a la realidad de vivir y la medida de importancia a la certeza del inevitable morir.
En todo caso, la comprensión de la vida como oportunidad y posibilidad para construir la existencia, es pensamiento que abre paso a la fundación de un proyecto de actividad en el mundo, representativo del saber de la misión que el hombre tiene que cumplir en la vida, y del compromiso para aportar algo al devenir de la especie humana, vida de la sociedad y tal vez, también al espíritu de la humanidad, si se tiene la aptitud para llegar hasta ese nivel de constitución de la existencia, a pesar de la adversidad, obstáculos del mundo y mezquindad humana, o de la sociedad.
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CONSIDERACIONES ANTINIHILISTAS III

Consideraciones Antinihilistas III

III

Reinvención poética del amor y nihilismo.
¿Dónde encuentra Rimbaud la propuesta y el reto de reinventar el amor? La obtiene de la transmutación del poeta en un vidente, de su transubstanciación en Sabio supremo. Es en Rimbaud en quien aparecen Blake y Hölderlin, fusionados en su unidad; es en el poeta adolescente, en quien aparece el exceso, disuelto en el envenenamiento del mundo y del alma, y viceversa. El poeta que conquista la desintoxicación del exceso mediante el exceso- pero con su signo contrario- alcanza la verdadera Sabiduría Suprema:

“El poeta se vuelve vidente por un largo, inmenso, razonado desarreglo degradante de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura: se busca a sí mismo, consume los venenos para sólo conservar las quintaesencias. Inefable tortura en que requiere de toda la fidelidad, de toda la fuerza sobrehumana en que se convierte entre todos en el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito-; y en el Sabio Supremo.”El poeta vidente es quien se busca a sí mismo, mediante el dolor de todos los sufrimientos que pueda soportar, y a través del sufrimiento de todos los dolores que cree, no podría soportar. Y se encuentra a sí mismo, en la contemplación de su vida vivida, reconocida y reorganizada, subjetivamente arreglada, después de someterla al máximo desarreglo que no pudiera resistir.

Encuentra, en una palabra, en sí mismo, la pureza del núcleo de sus nexos con el mundo, esto es, con la naturaleza y su belleza, con las formas de vida de los hombres, a lo largo del transcurso del tiempo, y con los modos de pensar que invitan a la reconstrucción de la relación consigo mismo, con el mundo, la naturaleza, con la belleza y la verdad. Esto es el significado principal de la frase que invita a reinventar el amor, y por su cumplimiento, el individuo que lo hace parece el “gran criminal”, el “gran maldito”, el “sabio supremo”, … porque se atrevió a asumir la conciencia de la libertad como unidad de actos que reinventan el amor.
VI
Razón suficiente del vivir.
“La vida se esfuma día a día”, es verdad; ya lo dijo el poeta Omar Kayam, y esa realidad es confirmada por el sano juicio y criterio de vida cotidiana, propios de cada individuo. Es una verdad que cualquiera sabe y entiende; también hay hombres que nunca, o casi nunca prestar atención a esa verdad, porque están demasiado ocupados con sus actividades o preocupaciones; también hay hombres que avanzan en el esfuerzo de comprender el sentido de vivir como oportunidad para construir la existencia, y conquista de la libertad como modo de vida subjetiva y objetiva.
El beneficio de la comprensión del sentido de vivir es que ese acto de pensamiento se convierte en fundamento de relación activa con el mundo. Es altamente probable que el perfil, calidad y posibilidades de semejante comprensión, aparezcan en relación directa con la organización del trabajo, la pertenencia a cierta clase social y la formación intelectual y moral, o religiosa. Además, de semejante perfil, también depende el significado y valor, reconocidos a la realidad de vivir y la medida de importancia a la certeza del inevitable morir.
En todo caso, la comprensión de la vida como oportunidad y posibilidad para construir la existencia, es pensamiento que abre paso a la fundación de un proyecto de actividad en el mundo, representativo del saber de la misión que el hombre tiene que cumplir en la vida, y del compromiso para aportar algo al devenir de la especie humana, vida de la sociedad y tal vez, también al espíritu de la humanidad, si se tiene la aptitud para llegar hasta ese nivel de constitución de la existencia, a pesar de la adversidad, obstáculos del mundo y mezquindad humana, o de la sociedad.
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CONSIDERACIONES ANTINIHILISTAS II

Consideraciones Antinihilistas II

II
Nihilismo y sabiduría poética.
Resulta sorprendente el reconocimiento del nexo entre distintas valoraciones poéticas de la sabiduría, aportadas por autores que vivieron en épocas distantes entre sí y en sociedades con diferencias radicales. El acto de reconocimiento de ese nexo también implica el tránsito de la sorpresa y asombro, a la admiración de la verdad del espíritu de la poesía. Los momentos cognoscentes de la intuición y certeza, llevan al pensamiento –puesto en la consideración de ese nexo- a la dicha contemplativa de inmortalidad y trans-temporalidad del espíritu de la poesía.
El espíritu poético también representa la sabiduría de la humanidad y las posibilidades de significado y constitución de figuras de creatividad del hombre, que es la fuente aportativa de obras y propuestas, de planteamientos y clarificación de confianza y esperanza, despojada de todo ilusionismo. Lo uno y lo otro –sabiduría y su sentido- son representaciones de la divinidad humana. Sin duda alguna, que el romanticismo del siglo XIX acertó en el reconocimiento de semejante principio de la existencia.
Y es precisamente en el resplandor del espíritu del romanticismo, donde se recortan las consideraciones de varios poetas, referentes a la sabiduría, y que aparecen tan antagónicas como complementarias; excluyentes entre sí, a la vez que impregnadas de cierta semejanza, proveniente de ese trasfondo común: la acción en el mundo y la reacción contra el mundo. En este sentido, merecen destacarse dos expresiones de poetas, que inspiran su análisis. Una, es la de William Blake, que dice “el camino del exceso conduce al Palacio de la Sabiduría”; la otra, es de Hölderlin, que expresa: “la fuente de la sabiduría está envenenada. Los frutos del conocimiento son nueces huecas, un engaño.”

Blake y Hölderlin, aparecen en extraña unidad de una semejanza que lo separa en el instante en que parece realidad su aproximación; es tanta, que los significados de semejantes frases parecen a punto de disolverse lo uno en lo otro y conquistar su concepto superior. Sin embargo, no ocurre esa síntesis elevada; cada uno posee elementos breves que no llegan a la fusión insinuada: una y otra de sus expresiones, parecen ideas tan elementales en su simplicidad, que impiden la aparición de la verdad que prometen, respecto de la ansiedad frente al mundo y el desaliento de la vida frente a la realidad confusa y desorientada. Es en la frase de un tercer poeta, donde acontece la revelación luminosa de la verdad insinuada por el poeta ciego y el otro, distanciado del mundo, hundido en su desesperación por el amor que estuvo al alcance de su mano realizar, en desafío al mundo, a la vez que conquista de la felicidad terrena del hombre; lo dejó escapar, en un momento de duda aterradora, y pagó el precio extremo que cobran las pasiones, en ocasiones semejantes a la que padeció Hölderlin.

Pareciera que William Blake dejó la frase inconclusa; quien la tome al pie de la letra, puede parecer un simpatizante de los suicidas y de la variedad de conductas susceptibles de resolverse en circunstancia de desesperación, que es una de las antesalas del suicidio, y que tiene una amplia entrada. Ningún exceso puede conducir a una sabiduría verdadera. Cualquier exceso, del signo que sea, es una fuga fallida del mundo, un intento de escape fracasado, frente a las actividades ofuscantes, una huida imposible de sí mismo, de quien no se ama a sí mismo con eficacia y corrección. El desentrañamiento de la lógica del deseo es explicación del misticismo y sensualismo, del conformismo y pesimismo, del activismo incesante y enceguecedor, de la pasividad frente a los desafíos y de la resignación frente a las contradicciones del mundo y de la vida.

La fuente del exceso está en la vida interior, y tiene su figura en la actitud frente a posibilidades y limitaciones que el mundo despliega ante la mirada del individuo. De modo paradójico, en el plexo de posibilidades y limitaciones del mundo, están depositadas las instancias para que el individuo asuma el desarrollo del exceso, y están al alcance de su mano, con una proximidad más inmediata de lo que cabría suponer. En la sociedad abundan las instancias, relaciones y objetos que son susceptibles de anudar tentación y exceso, en el instante en que provoque el despertar del deseo. A fin de cuentas, detrás de la asunción del exceso, late una tendencia dañina y peligrosa, enceguecedora y lesionante de la posibilidad de vivir de modo ordenado y emancipador, esto es, con responsabilidad y dignidad.

La fuente de la sabiduría este envenenada, dice Hölderlin; por eso, sus frutos son engañosos, agrega; el resultado del envenenamiento sólo puede ser así, cuando se piensa que el mundo está envenenado: cuando se cree que el hombre ha roto todo vínculo con la belleza; cuando se cree que la observación de la sociedad y comprensión de la historia, sólo arroja por resultado la evidencia del triunfo del mal sobre el bien, la expulsión del espíritu y el éxito de la soberbia y prepotencia de los poderosos que tienen el mando y control; cuando se cree en la inutilidad del pensar y de actos de reflexión para el examen del mundo y comprensión de la responsabilidad y significado del pensar, de la naturaleza y de la historia.
La unidad de todo esto, es figura del convencimiento de que la sabiduría es un engaño. Sin embargo, las implicaciones de una y otra consideraciones, tienen un límite, encuentra una restricción proveniente del sustento de sus afirmaciones: tienen el límite de sí mismos, en el centro de las actividades creadoras de los mismos poetas, y en la idea inspiradora que pugnan por convertir en realidad perceptiva: el límite del exceso y purificación del envenenamiento, brotan de la magnificencia y valor de la Belleza, que siempre ha sido inspiradora –discreta o declarada- del amor a algo o a alguien, del amor a lo individual, y del amor a lo universal. Entre otras, estas son figuras del amor a la vida, de respeto a la vida reconocida como fuente originaria de gratitud a la vida por vivir, y al mundo, por tener un lugar digno en él.
br> Sí, es cierto, de continuo nos amenaza el infierno del envenenamiento del alma con pociones de perversidad que destila la soberbia y el odio de la prepotencia. Sí, es cierto, de continuo nos miran con sarcasmo y desafío, las tentaciones paradisiacas de los excesos sensualistas y virtuales. Pero hay que resistirlos y saber resistirlos. Esto es lo que dice en parte “sí” y en parte “no”, el tercer poeta, insinuado más arriba. Se trata de Omar Khayam, con su desafiante pensamiento: “Nos amenaza el infierno y nos hace promesas el paraíso. Pero sólo una cosa es cierta: la Vida se esfuma, y lo demás es vil mentira.” Es una certeza: la vida se acorta con cada día que pasa, pero también, cada día es una oportunidad para un momento de belleza y claridad de pensar y vivir, de comprensión de los fines de la acción y para el reconocimiento de la vida humana como algo valioso en sí mismo y por sí mismo. Esto, también aparece como susceptible de identificarse con uno de los significados de la frase que dijo Rimbaud, como pensamiento que sugiere poner límite, y hasta inducir la disolución del encantamiento del exceso, junto con la corrosión de los envenenamientos del mundo y del alma: es necesario “Reinventar el amor.”
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CONSIDERACIONES ANTINIHILISTAS I

Consideraciones Antinihilistas I

I
Sugerencia de un poeta maldito.

Ciertos textos poéticos aparecen como poseedores de una fuerza tal, que es suficiente una sola lectura –máximo, dos- y queden fijados de modo indeleble en el entendimiento y la memoria. Ese poderoso efecto, resultado de la fijeza de la voluntad para comprender los laberintos del mundo y complejidad del pensamiento, es figura de la realización del deseo de vivir y nutrir la existencia con experiencia del mundo y de la vida; ese deseo también implica el riesgo de descubrir aspectos sórdidos del mundo y oscuridades de la vida que, de manera súbita o gradual, impregnan a la existencia.

“En la cama del Mal
Satanás Trismegisto
arrulla a nuestro espíritu encantado”
.
Sin duda, son tres frases que contienen la expresión de un hombre torturado por las turbulencias de su alma que condensaba la agitación y confusiones del mundo; de ahí la fuerza de esa imagen, unidad de sensibilidad poética y pensar filosófico. Tantos años después de la muerte de Baudelaire, ese texto conserva su fuerza y efecto; parecen así, porque en nada ha cambiado –no digamos mejorado- la realidad que refleja; simplemente permitámonos una suplantación de términos, y de inmediato surge su efecto irresistible y fuerza arrolladora de prevenciones inútiles; de concedernos semejante licencia, cabe entonces preguntarnos por la “cama del Mal”; la respuesta es inmediata: tal, es la alienación, el terrible autoengaño de creernos lo que no somos, la pavorosa auto desposesión de lo que somos, y el encuentro de resultados muy distintos a los propósitos puestos en nuestras acciones, o para nuestra vida.

La prolongación de la licencia permitida hace posible la sustitución de “Satanás Trismegisto” –el mítico alquimista poseedor de la sabiduría de Hermes o Mercurio- por las seducciones, espejos, mentiras y tradiciones ocultas, que erigen los muros laberínticos del mundo ficticio y cruel del sensualismo, consumismo, simulación y virtualidad de todas las cosas, emociones y deseos, convertidos en la superabundancia virtual de todo eso, y que jamás acaba de saciarnos. El agotamiento de la licencia auto concedida para mirarnos en el espejo del texto del poeta francés aparece con el acto de sustitución del verso “nuestro espíritu encantado” por su equivalente, inocultable y descarnado: eso es la consciencia autocomplaciente y deshonesta, que se deja devorar por la alienación, a la vez que conforme con pertenecer a un mundo sustituido por su apariencia:
“en la cama de la alienación, el mundo engañoso y ficticio arrulla a nuestra conciencia sojuzgada. ” .
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CONSIDERACIONES ANTINIHILISTAS

Consideraciones Antinihilistas

Jorge Vázquez Piñon
Nota previa.


La existencia en la crisis histórica, descomposición social y decadencia del mundo, en tanto permanezca como existencia auténtica, es lucidez de la situación y claridad de la conciencia sobre las opciones que aparecen como figuras trémulas de libertad, en el ámbito social amenazado por el colapso, que se torna peligroso para la vida y amenazante para el pensar. La condición de autenticidad de la existencia, lucidez y claridad del pensar, son el dominio del temor frente a la realidad peligrosa y amenazante, y la pérdida del miedo a los instrumentos de control, a las ideologías agonizantes y letales. Entonces la existencia se pone en riesgo, en un ámbito social peligroso, por la decadencia que lo determina. Es importante puntualizar que hay otra condición previa al riesgo, que es primordial y necesaria: esto es, saber cuidarse en el riesgo, saber mirar y hablar de la descomposición, crisis y decadencia, en medio del riesgo, sin exposición innecesaria a la aniquilación. Esto pueda parecer paradójico; tal vez lo sea, tal vez, no; sería la situación concreta lo que decidiera, de acuerdo con las cualidades de las fuerzas sociales actuantes y tendencias políticas emergentes en situación de enajenación, alienación y desesperanza.

La existencia que se pone en riesgo en el contexto de la situación mencionada asume las figuras de pensamiento crítico, creatividad y rebelión. La existencia que evade el riesgo y compromiso de asumir la situación mencionada, que renuncia al compromiso con la crítica de la opresión y liberación, se despoja de la autenticidad, y entonces aparece el nihilismo, en el devenir de la sociedad y en la conciencia individual y colectiva. Cuando se extiende a la mayoría de un pueblo, la muerte histórica es inminente.

La condición de autenticidad filosófica del nihilismo es una cuestión problemática; en verdad resulta difícil la argumentación profunda y válida en favor suyo, como pensamiento filosófico; resulta complicado, en función de su negación de los valores y afirmación de la quiebra de los valores, y que lo uno y lo otro, deben abrir paso a los instintos y anarquismos, para vitalizar la vida y su esplendor deslumbrante –sensual y exaltante de los instintos y ruptura de los órdenes morales, sociales, políticos, ideológicos y doctrinarios de todo tipo. Si bien el examen de la pertenencia o no pertenencia del nihilismo a la filosofía es bastante abierto, a favor y en contra, en cambio, en cuanto individuos, grupos o clases lo asumen como concepción del mundo y de la vida, en sustitución de las ideologías decadentes, aparece como representación de la descomposición social, crisis histórica y decadencia de una formación histórico-social.

En el caso de su aceptación decidida por parte de la conciencia individual y social, aparece como respuesta extrema a la situación insoportable de la enajenación, alienación y desesperanza, frente a la creencia en que no tienen remedio, que no hay esperanza ni lugar para ella, y que, frente a la exigencia de resignada sumisión a semejante situación, es preferible la negación radical de todos los valores, de todos los principios. Entonces el nihilismo aparece como conciencia y voluntad de la disolución de la relación racional del hombre con el mundo, y con el impulso liberador del latir biológico de la vida, con toda la simpleza de su instintividad, frente a todo y por encima de todo. Sin embargo, el furor ciego y proclividad a la violencia que lo determinan, ponen al nihilismo mismo en la senda para convertirse en representación extrema de la desesperanza radical y definitiva. La conciencia sombría que es el nihilismo, y no obstante la poderosa fuerza seductora del sensualismo y vida placentera que proclama, lo uno y lo otro no aniquila los principios de la humanidad, sólo pretenden desplazar al pensamiento, la libertad y la acción constitutiva de realidad histórico-social. Por esto último es que las crisis históricas son tan graves y peligrosas, tan sufrientes y penosas, porque el mundo parece vacío, y el hombre, sin relación con esa oquedad. Tal es la oquedad de la degradación de la sensibilidad y entendimiento; del desprecio a la razón, menosprecios de la tradición y cultura y significado del espíritu. Tal es la oquedad resultante del desprecio de los valores y del pensamiento. Ese vacío es la respuesta al sufrimiento de la sociedad que no acierta a resolver sus contradicciones y hacer frente a las dificultades mediante los principios de la humanidad; es respuesta mecánica y hasta violenta, a las debilidades del gobierno e imperfecciones del Estado para resolver las exigencias de la sociedad y vida individual y popular. La aparición y predominio del nihilismo, es resultado de una gran decepción, individual y colectiva, subjetiva y objetiva.

El nihilismo es respuesta reactiva al mundo histórico-social agobiado por contradicciones irresolubles, sostenidas por la cobardía y crueldad; con una apariencia de decisión inflexible, invencible, que parece no conocer límites, es desesperanza extrema que rehúsa aceptar su condición de expresión de la decadencia que asume como un proceso irreversible, de un ámbito histórico-social en disolvencia y agonía. El nihilismo es pensamiento operativo, que convence y atrae, de manera particular, a la conciencia común, envilecida y degrada, efectos del envilecimiento y degradación de una formación social en descomposición; es pensamiento operativo que traza direcciones y lineamientos a la conciencia y acción sociales, pero de manera inútil, porque no propone nada precisamente racional para la modificación de la realidad histórico-social que refleja.

Nada tan distante del nihilismo, como el interés o propuesta para la transformación verdadera del mundo histórico, de modo político y racional. Y sin embargo, esa distancia entre el nihilismo y la idea de transformación del mundo, algo ilustra sobre la verdad histórica –expresiva del estado del mundo- porque está vista la imposibilidad de la verdadera transformación; así lo muestra el análisis crítico de los grandes movimientos revolucionarios que fueron exitosos, es decir, que lograron sus propósitos de destrucción de regímenes políticos corruptos, injustos, represores, inhumanos; fue imposible que el nuevo régimen, instaurado por el proceso revolucionario, suprimiera del todo las cargas contradictorias del pasado que creyeron superar o aniquilar, a pesar de la despiadada violencia revolucionaria. Por otro lado, la misma distancia entre el nihilismo y la idea de modificación o transformación del mundo, también ilustra –y con claridad mayor- que el nihilismo, como conciencia operativa, se mueve precisamente a través del soslayo de los principios de la humanidad, o decisión de ignorarlos. Esa posición respecto de los principios de libertad, pensamiento y acción constituyente de mundo histórico es su limitación y causa de debilidad, a pesar de convertirse en pensamiento operativo que atrae, frente a la decadencia, y convence, frente a la desesperanza.

A pesar del nihilismo y otros irracionalismos, los principios de la humanidad permanecen como núcleo irradiador de tiempo, de futuro, y posibilidad de otro mundo posible, a pesar del precio que haya que pagar el hombre, para mantener viva la esperanza frente a la desesperanza. Esto es una de las paradojas de la condición humana, resultantes de ineficacias de acción del hombre en el mundo, junto con deficiencias del pensar y actividad, respecto de la realidad donde tienen arraigo y significado.

El examen crítico muestra que las crisis históricas que se prolongan demasiado acaban convirtiéndose en condición propicia o demandante, para el surgimiento del nihilismo. El mismo examen revela, por igual, que, hasta ahora, las amenazas y peligros que representa el nihilismo -tarde o temprano- han encontrado resolución y superación, y que el mismo, ha sido reconocido como preámbulo de espantosas convulsiones sociales, efectos de la atrocidad del colapso de un mundo histórico y del enfrentamiento feroz, cruel y sanguinario entre los hombres que padecen el anuncio del amanecer de un nuevo mundo, que no por nuevo, fuese a resultar mejor. El ocaso de un mundo decadente tiene en el pensamiento nihilista y sombrío, el anuncio del surgimiento de un horizonte nuevo e incierto, tras del cual se ocultaría para siempre, una época vieja y cansada, enferma de alienación y desesperanza. Los horrores del siglo XX han dejado la lección de prevención, o al menos su sugerencia, frente al terror que puede surgir en el horizonte, luego de un periodo de decadencia, crisis y descomposición.

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LOS ATAQUES SUICIDAS A NUEVA YORK y WASHINGTON (III)

Los ataques suicidad a New York y Washington (II)

Jorge Vázquez Piñon

6. Simbolización de las contradicciones y debilidad del mundo.

Los ataques suicidas a Nueva York y Washington demostraron la vulnerabilidad de la civilización más poderosa del mundo; significaron la irrupción de la acción individual radical en la vida social segura y confortable que las instituciones ofrecieron a la sociedad norteamericana durante más de doscientos años. Este significado remite a otro más profundo, que consiste en poner de manifiesto las posibilidades y limitaciones de instituciones promotoras de la guerra, las ideologías dominantes y el comercio mundial mediante la estructura de la globalización. El centro de esta estructura fue golpeado y destruido desde el punto de vista material; la lógica de la estructura indica que la alteración o variaciones en el centro de la estructura que regula los elementos, propiedades y relaciones que la determinan, propician la desintegración o transformación de la estructura; esta lógica del estructuralismo resulta improcedente para inferir las consecuencias de los atentados suicidas, porque no detendrán el movimiento de la globalización, no cambiarán las estrategias ideológicas y militares de Estados Unidos y de otros centros de poder internacional y de importancia mundial, como Israel y Gran Bretaña. La civilización de la globalización seguirá adelante, con la diferencia de que cargará por siempre con el recuerdo imborrable de los ataques del once de septiembre del año 2001.

Los ataques suicidas de esa fecha entristecedora resultan susceptibles de interpretarse como símbolos de nuestro tiempo; los símbolos son, como explicó Claude Lévi-Strauss, “matrices de inteligibilidad” que permiten la aproximación analítica y comprensional a las contradicciones irresolubles de una sociedad; si la lógica de la estructura no resulta aplicable para el examen de los ataques suicidas, el concepto de símbolo permite ampliar las consideraciones sobre el significado de los ataques suicidas, sorpresivos y fatídicos; la ausencia de un mensaje previo o posterior por parte de los atacantes suicidas y la ausencia de declaraciones de algún grupo para atribuirse esas acciones, implican el vacío de referente que otorgue un significado, precisamente opuesto, al mensaje ausente, para la muerte de los individuos que se encontraban en los edificios atacados y destruidos, más allá de la muerte injustificable o inmerecida, por efecto de una violencia sin rostro y sin sombra que no ha hecho explícitas sus razones, y que la conciencia social tiende a llenar con racionalizaciones y conjeturas.

La consideración de los ataques suicidas como símbolos del siglo XX, permite inferir que las contradicciones de las civilizaciones contemporáneas resultan insostenibles para las sociedades que las abrigan, a la vez que insoportables para la conciencia social que las practican como emisores, o para la conciencia social que recibe el efecto de las contradicciones que abrigan las estructuras de la civilización de la globalización. Las dificultades que implica mantener situaciones insostenibles para las sociedades y soportar situaciones de vida social económica y política insostenibles, parecen las condiciones que sustentan en Occidente la reedificación de la conciencia religiosa como forma de acción política y militar para justificar el llamado al enfrentamiento con el mal y el demonio; el mal y el demonio son símbolos de las actividades derivadas de sucumbir a las debilidades y bajas pasiones de todo tipo, son símbolos de culpa y arrepentimiento.

En el momento presente, Estados Unidos y Gran Bretaña se lanzan contra la presencia social y territorial de esos símbolos, buscando encontrarlos en el golfo pérsico y montañas y llanuras áridas y desérticas del este, centro y norte de Afganistán; y aunque tratan de negarlo, las brillantes piezas oratorias del presidente norteamericano y del primer ministro inglés se encuentran con el viejo enemigo de la racionalidad cristiano-occidental: el Islam, que se muestra ahora, nuevamente, como una religión viviente y actuante, que sustenta formas de vida, acción y pensamiento de muchas sociedades en Asia, el Medio Oriente y África; estos discursos contienen los conceptos y acciones con que las naciones imperialistas, conquistadoras y dominantes enfrentan a la religiosidad viviente musulmana: con la simbolización de sus contradicciones tan insostenibles como insoportables. Este planteamiento remite a otro problema que aparece con un significado más profundo: las características de la conciencia y realidad sociales en la historicidad de Europa y Estados Unidos, definidas en el esquema, estrategias y fines de la civilización de la globalización.

Los ataques suicidas a Nueva York y Washington provocaron una crisis en la conciencia social de Norteamérica y que por el momento resulta imponderable, por los efectos y consecuencias que esta crisis vaya a generar más allá de los problemas económicos, financieros y laborales ya manifiestos; una primera manifestación de los resultados de esta crisis es la aparición del sentimiento de que Estados Unidos tiene que cambiar, de que no puede seguir la vida histórica de esa nación bajo los esquemas, principios y fines que la han configurado; entonces aparece la resolución de ese sentimiento como nueva conciencia, o conciencia renovada frente al panorama de opciones que tiene que generar para sí misma la sociedad norteamericana, a partir del reconocimiento de sus contradicciones; es en este punto, donde se encuentra el límite de los análisis, consideraciones y ponderaciones sobre las afectaciones de los ataques suicidas referidos, porque la conciencia social norteamericana se enfrenta a la alternativa de reconfigurar su sistema político, impedir la militarización del país y el surgimiento de regímenes policíacos de control social con justificación en discursos democráticos formales y vacíos, o permitir que las oligarquías tomen las decisiones que afectarían a la sociedad norteamericana, el resto de la civilización y a la especie misma.

7. Ataques suicidas y alienación histórica.

Las transmisiones en vivo y en directo de los ataques suicidas fueron imágenes determinadas como posibilidades para el reconocimiento de la realidad del mundo, de sociedades y civilizaciones, de contenidos y metas de las actividades sociales, políticas y económicas de nuestro tiempo; esas imágenes imponen el deber de examinar los sistemas de relaciones del hombre con el mundo; el once de septiembre de 2001 se hicieron manifiestas algunas de esas relaciones siniestras, incomprensibles y radicales, con una eficacia planificada y calculada en todos sus detalles, que revelaron al mundo como instancia insoportable y condición insostenible de inseguridad para la vida individual y de la especie. Parece que el mundo ha cambiado mucho más que lo que se suponía; la realidad histórico-social de nuestro tiempo está muy adelante de las formas de conciencia del presente que creían comprenderla, dominarla y calcularla; ahora nos damos cuenta que la vida histórica del mundo parece moverse por sí misma y que las acciones racionales y previsoras de la tecnología de que disponen las sociedades privilegiadas no son suficientes para prever y calcular resultados de acciones extremistas.

La crisis de la conciencia social provocada por los atentados suicidas indican la necesidad o conveniencia para que las sociedades con diferente grado de desarrollo integradas a la estructura de la civilización de la globalización, asuman la tarea y responsabilidad de reexaminar su devenir, de reconocer posibilidades y limitaciones, los aciertos, errores y contradicciones que abrigan y sustentan, a veces de manera tan insostenible como insoportable.

La crisis de la conciencia social puede tener como uno de sus resultados la configuración de nuevas formas de acción constituyente de la relación del hombre con el mundo para reconfigurar precisamente la conexión de la conciencia social con la realidad social y con el devenir de la vida histórica, para que el hombre se ponga al frente de la dirección y marcha del devenir y fines de los objetos producidos por el hombre mismo, ahora convertidos en relaciones de alienación y dominio, es decir, en objetos producidos por el hombre que han cobrado movimiento propio y que surten efectos sobre la civilización de manera independiente, respecto al género humano que los ha producido.

La historia va a continuar, la realidad histórico-social proseguirá su marcha; ahora se trata de que la racionalidad, sensibilidad y sentido de humanidad sean reconfigurados a la vez que instaurados, como fundamentos y fines de la acción constituyente de la relación del hombre con el mundo, en la mediación de la experiencia, reflexión y acción del sentido de humanidad que se ha perdido con los ataques suicidas a Nueva York y Washington, al igual que se perdió en otros lugares del mundo durante el siglo XX.

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LOS ATAQUES SUICIDAS A NUEVA YORK y WASHINGTON (II)

Los ataques suicidad a New York y Washington (II)

Jorge Vázquez Piñon

3. Posibilidades y efectos en el interior.

Los ataques suicidas de Nueva York y Washington implican la consideración del porvenir inmediato para la organización política de Estados Unidos; entre los elementos configurantes de esa consideración aparecen, por un lado, la posibilidad de una crisis política que lleve a ese país a una nueva Constitución, o bien, convocar a un congreso constituyente que revise los fundamentos políticos de la nación, como anticipación y astucia de la racionalidad política frente a la crisis de la conciencia social derivada de la destrucción del centro financiero más importante del mundo y del ataque a la sede del poder militar que evidenciaron la vulnerabilidad de la sociedad norteamericana; ha quedado claro que las sociedades altamente complejas y desarrolladas resultan vulnerables por la evidencia de sus centros de poder, regulación, control y dominio. En efecto, la astucia política puede aparecer en el momento en que una crisis social se convierta en instancia para la refundación política de la nación, sin reducirse a la búsqueda de la venganza y satisfacción del odio en un ahogamiento del enemigo en sangre. Esta primera consideración responde a la incomodidad de algunos sectores de la población respecto al sistema electoral y de algunas opiniones sobre la conveniencia de modificar la Constitución, por la permisividad decadente que muestran los derechos a la información y expresión que garantizan las enmiendas constitucionales. El segundo contenido de la misma consideración que aquí se trata de determinar es la siguiente: la lógica del gobierno, la estructura militar y el poder industrial de la redes de corporaciones transnacionales pueden inducir en la sociedad norteamericana sistemas de control, mecanismos de opresión y estructuras operativas de vigilancia y supresión de derechos y asociaciones como respuestas a la exigencia de seguridad y erradicación de las disidencias políticas, ideológicas, religiosas, y de los sospechosos de ser enemigos o disidentes del nuevo orden y seguridad configurados como estructuras totalitarias; esta crisis social pone a Estados Unidos en el camino de convertirse en una sociedad totalitaria con un gobierno militar cobijado con la ideología de la democracia formal, opresora y represiva.

Los atentados suicidas en Washington y Nueva York del once de septiembre de 2001 manifiestan una variedad de significados que van más allá de las valoraciones y calificativos expresados por los principales medios de comunicación electrónica. Es importante resaltar que ha sido la prensa la que tiende a reconocer los atentados suicidas como hechos que muestran una diversidad de facetas susceptibles de interpretarse como síntesis del devenir de la civilización, contradicciones de Estados Unidos y de la globalización, de las contradicciones y desigualdades que dominan el mundo como efecto de las estructuras del trabajo y concentración de la riqueza bajo las líneas directrices de las leyes y necesidades del capital. La globalización es la estructura que unifica naciones y culturas mediante la especulación financiera transnacional y sobreposición de los intereses de las corporaciones bancarias, industriales y comerciales a la soberanía y cultura de los pueblos; de la misma manera, se han globalizado las contradicciones de la civilización; todo esto es un sistema de contradicciones.

El presidente Bush recibió poderes extraordinarios del Congreso para enfrentar la agresión y organizar la reacción; es notorio el dominio del pensamiento bipolar en los discursos presidenciales de un hombre que concentra el poder ejecutivo de la nación norteamericana. La bipolaridad del discurso que leyó en el pleno del Congreso en los primeros días posteriores a los ataques suicidas, contiene el esquema de la realidad que sustenta el pensamiento y reacción del gobierno de Estados Unidos, y que manifiesta una cierta correspondencia con la bipolaridad que el mundo mostró en el siglo X, en el enfrentamiento de la Europa occidental cristiana con la expansión del Islam. Mil años después, el esquema de la realidad que ha configurado el gobierno norteamericano permite inferir que la crisis provocada por los atentados suicidas es una guerra religiosa, o es una guerra que se declara contra un enemigo sin rostro y localización geopolítica, que puede estar en cualquier parte del mundo y con formas de organización que impide negar la existencia de redes entre estos grupos.

4. Posibilidades y efectos político-militares en el exterior.

Estados Unidos y Gran Bretaña tienen la disposición de atacar a Irak, Irán y lo que queda de Palestina; la tendencia que sustenta este esquema del mundo envuelto por el terror, muestra la voluntad para responder con violencia a la violencia, al crimen contra ciudadanos indefensos y desprevenidos con la invasión y bombardeo contra pueblos indefensos y pobres, para responder con la violencia militar-racionalizada a la violencia planificada de manera secreta y suicida; parece que el esquema de las relaciones entre Occidente y Oriente no ha cambiado en diez siglos; parece que el desarrollo de la conexión del pensamiento político con creencias y sentimientos religiosos no ha evolucionado en un milenio. En este contexto las reacciones de varias naciones musulmanas frente a amenazas y acusaciones del gobierno norteamericano, han movilizado masas en esas sociedades; esto significa que el Islam es una religión viva y actuante, porque mueve a los pueblos, a los hombres políticos y sustenta las decisiones de esos mismos pueblos. Sería muy peligroso que el gobierno de Estados Unidos abriera varios frentes de guerra en países islámicos y no islámicos; sería como incendiar sociedades en diferentes partes del mundo, y en el mediano plazo, no sería posible terminar con el fuego, además de que las llamas de la destrucción podrían aparecer en el interior de Estados Unidos como prefacio del surgimiento y enfrentamiento de las contradicciones de la sociedad norteamericana, depositadas en individuos que han demostrado ser capaces de todo, con las acciones con que han enfrentado al gobierno; los ataques con virus a las computadoras del gobierno, el atentado de Oklahoma, la avioneta estrellada en las cercanías de la Casa Blanca, los individuos que han disparado sus armas contra el mismo edificio, y los adolescentes asesinos a sangre fría en las escuelas y que se suicidan, son manifestaciones de contradicciones de la sociedad norteamericana, depositadas en la formación familiar, social y política; estos aparecen como símbolo de esas contradicciones no reconocidas por el gobierno y sociedad de Norteamérica.

5. Cambio en la estrategia global norteamericana.

Los atentados de Nueva York y Washington marcan el inicio del viraje que tiene que dar la vida política y social de Estados Unidos; a su pesar y contra su voluntad, la sociedad norteamericana tiene que cambiar, ya ha comenzado a cambiar, y lo que está cambiando es la concepción, fundamentos, práctica y fines de la democracia norteamericana. Por primera vez en su historia como nación independiente, han aparecido las restricciones a las libertades individuales, y es seguro que continuarán hasta configurar un sistema de control eficiente y eficaz sobre la acción política, social, laboral o profesional de individuos, grupos y asociaciones. El esquema de la sociedad cerrada ha aparecido en el interior del paradigma de la sociedad abierta por definición.

Las restricciones a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos aparecen como un resultado de la bipolaridad excluyente y sin alternativas que proclamó el presidente Bush como nueva línea de acción política y social de Estados Unidos para el mundo; son los ciudadanos norteamericanos los primeros en recibir el efecto directo de la ideología de las nuevas cruzadas: se está con Occidente o se está contra Occidente, se está contra el terrorismo o se está a favor del terrorismo, se está a favor de Estados Unidos o se está contra Estados Unidos. Este paradigma político no prosperará, y no puede durar demasiado, porque implica una doble contramarcha en contra del devenir de los últimos quinientos años, que abriga la experiencia y formación social de la autonomía política y de independencia de los pueblos soberanos. Ese paradigma político pone en peligro los fundamentos y esquemas de la civilización de la globalización articulados en los últimos veinte años; resulta temerario suponer que la formación histórica de la economía mundial, estacionada en la recesión regulada, puede resistir una guerra de larga duración en varios frentes sin colapsarse, y evitar al mismo tiempo el levantamiento de la inconformidad popular en diversas partes del mundo, en sociedades con diferentes contradicciones económicas y políticas. Es un verdadero enigma suponer que la conciencia social, las organizaciones militares y la vida de los pueblos soportarían la guerra quirúrgica y silenciosa contra el terrorismo mediante grupos secretos antiterroristas que combatirían a estos grupos con el asesinato y el exterminio; sería imposible llevar adelante ese plan sin dejar senderos empapados con sangre inocente, con los cadáveres de individuos que nada tienen que ver con el terrorismo y que, sin embargo, pagarían el mismo precio que el enemigo sin rostro y sin sombra. La reacción de organizaciones extremistas puede ocurrir fuera de Estados Unidos y dentro de Estados Unidos, fuera de Inglaterra y dentro de Inglaterra, fuera de Europa y dentro de Europa, fuera de Israel y dentro de Israel.

Los fundamentos del discurso de la bipolaridad excluyente provienen de la concepción mítica y ancestral de la eterna lucha entre el bien y el mal, de las sombras contra la luz, de la maldad contra la verdad, de la barbarie contra la libertad, y de esta manera vuelve a manifestarse el peligro de un paradigma de pensamiento político y estrategia militar, abierto o secreto que no corresponde a la vida histórica de las civilizaciones; este señalamiento tiene como base la consideración siguiente: la vida histórica de las civilizaciones ha alcanzado configuraciones que escapan a las explicaciones que ofrecen las ciencias sociales y que rebasan al discurso del autoritarismo del poder, de la reacción desproporcionada y de la estrategia arrasante del enemigo sin que importe el costo material, el daño a la naturaleza, la destrucción de inocentes. En este contexto resulta imprescindible reiterar el significado del mito del mal y del demonio como depositarios de nuestras inseguridades, terrores y miedos reprimidos, provenientes de la conciencia de actos de inmoralidad, de acciones desprovistas de valores y que han roto el compromiso con la idea de la humanidad. En el presente es difícil afirmar que se sabe lo que es la humanidad.

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LOS ATAQUES SUICIDAS A NUEVA YORK y WASHINGTON (I)

Los ataques suicidad a New York y Washington (I)

“el temblor del mundo se anuncia por síntomas aislados; la frivolidad y el tedio que irrumpen en lo existente, la incierta premonición de algo desconocido, son mensajeros de que hay alguna otra cosa en marcha, a punto de llegar.”

Hegel (1)
SUMARIO: Nota previa; 1. Ocultamiento de la realidad y crisis de la relación con el mundo; 2. Política, ciudadanía y tecnología; 3. Posibilidades y efectos en el interior; 4. Posibilidades y efectos político-militares en el exterior; 5. Cambio en la estrategia global norteamericana; 6. Simbolización de las contradicciones y debilidad del mundo; 7. Ataques suicidas y alienación histórica.
Nota Previa
El ataque suicida a las torres del Centro Mundial de Comercio en Nueva York aparece con varios significados que expresan las posibilidades y limitaciones de la civilización orientada por intereses y fines de la globalización. El ataque suicida al edificio del pentágono, -oficinas centrales de la estructura militar de Estados Unidos- aparece como un acto de guerra. La aproximación reflexiva a estos acontecimientos radicales y extremos, requiere para su análisis, comprensión y crítica, de un pensamiento radical; la radicalidad del pensamiento es una escasa posibilidad que permite la civilización de la globalización, y que, sin embargo, es como efecto de la realidad histórica sobre la conciencia social; de esta manera aparece el pensamiento crítico y los planteamientos suficientes para examinar la objetividad de acciones extremistas que consumen en sí mismas la consecuencia inmediata del riesgo total que significa pagar el precio de la acción con la propia vida.

1. Ocultamiento de la realidad y crisis de la relación con el mundo.

En la civilización de la globalización el pensamiento crítico como reflexión sobre la objetividad del mundo y comprensión de la estructura, significado y sentido de la acción económica, social, política y religiosa-, es actividad libre que flota en la realidad; los medios de comunicación electrónicos y sitios importantes de la Internet que se han abierto para recibir opiniones y comentarios sobre los ataques suicidas en Nueva York y Washington, descansan en la recomendación de no hablar de las situaciones de las que es mejor callar; esos medios informativos han puesto todo el énfasis en el significado militar y terrorista de las acciones suicidas como ataques a la familia, los valores, la decencia, la dignidad de la persona, el bien de la humanidad, al género del hombre, a la civilización en su conjunto, etc.; los mismos medios se abstienen con premeditada intención de no hablar de las condiciones históricas de los Estados Unidos, de las situaciones específicas de la familia y sociedad civil norteamericanas, de las circunstancias de la vida cotidiana en los negocios, la educación, crianza de los hijos, actividad militar y de espionaje, planificación de la especulación financiera y control planificado de mercados mediante avanzadas teorías de sistemas. Los medios de comunicación electrónica no quieren hablar de estos problemas, prefieren guardar silencio de manera ominosa y cómplice con las reacciones y demanda de venganza del gobierno e ideologías dominantes frente a la realidad inimaginable de la vulnerabilidad de la sociedad norteamericana. Los ataques suicidas demuestran que cualquier sociedad del mundo es vulnerable, que ninguna sociedad puede estar siempre preparada para emergencias importantes o contingencias amplias, de manera suficiente. Esta situación manifiesta algunas características de la relación del hombre con el mundo: inseguridad en las calles, bancos, escuelas, oficinas y en el hogar; la incertidumbre en los negocios, en el trabajo, en las acciones cotidianas de la vida familiar, laboral, política y recreativa. La inseguridad es la forma principal de relación de la conciencia social con la realidad por las amenazas ocultas que abriga y peligros mortales que son parte constituyente de ella; la conexión de la inseguridad con la incertidumbre frente a los contenidos y acontecimientos del tiempo histórico en el corto y mediano plazo, constituye una nueva determinación de la angustia como sentimiento social que se extiende sobre el mundo.

Este sentimiento social colectivo afecta a individuos, grupos, asociaciones y clases sociales, brota en las instituciones, gobiernos y estructuras de la producción, distribución y consumo de la riqueza. El sentimiento social de la angustia colectiva aparece como forma de la relación del hombre con el mundo, del modo como la realidad del mundo afecta y domina al individuo, asociaciones, instituciones y vida social; sobre esta consideración es posible afirmar que el hombre vive en un mundo que ha construido a imagen y semejanza de los horrores que configuran la vida histórica del pasado inmediato y del presente; esa angustia hace imposible el diálogo del hombre con el mundo, hace imposible la constitución del pensamiento crítico que examina la realidad del mundo y relación del hombre con el mundo; y sin embargo, aparece como reconocimiento del devenir que ha puesto a la realidad como centro del pensamiento y a Estados Unidos como centro de esa realidad.

La conciencia social aparece ubicada en la imposibilidad de reconocerse a sí misma para examinar la relación con el mundo; en ese contexto aparece la opción del pensamiento para asumir el reconocimiento de formas de dominio dispuestas a tornar imposibles las actividades del pensamiento frente a acciones radicales. Pensar las acciones radicales exige comprenderlas y es en ese momento de la comprensión en que pensar, de modo radical, se convierte en riesgo y acto que tienen precio fijado por las ideologías dominantes y grupos de poder.

2. Política, ciudadanía y tecnología.

El orgullo norteamericano se ha levantado con el grito de guerra frente a la vulnerabilidad de su sociedad y dispuesto a satisfacer la sed de venganza con la destrucción de gobiernos que resulten responsables, o sospechosos de los atentados en Washington y Nueva York. Los discursos de los medios electrónicos apuntan a la calificación de esos ataques como la primera guerra del siglo XXI, en el inicio del milenio que -ahora puede decirse- la conciencia social del mundo calificó en enero de 2000 como el milenio de la paz y democracia. La valoración que los medios de comunicación de Estados Unidos han otorgado a los ataques suicidas es de inicio de una guerra contra un enemigo que puede estar en cualquier parte, en sitios insospechados. Las características de esta reacción ponen de manifiesto una vez más el uso de la fuerza, intervención y poder militar fuera de toda proporción; esa reacción es evidencia de las cualidades del devenir de Estados Unidos como sociedad fincada sobre la guerra, que ha avanzado mediante guerras, combates y batallas en condiciones de superioridad militar incontrastable, incontenible. La formación social de Estados Unidos aparece determinada bajo este principio que se presenta frente a la opinión mundial con el discurso de la democracia, defensa de los derechos humanos y reiteración de ese país como nación bendecida por dios, y con la implantación de los intereses, proyectos y fines de sus estructuras económicas e instituciones políticas como la representación del bien supremo de la humanidad y defensa del mundo libre. Esta autoproclamación no resiste la prueba de ser contrastada con el sentimiento social de la angustia colectiva; más aún, en nuestro tiempo, resulta sospechoso o ingenuo suponer que se puede hablar con autoridad suficiente sobre el bien y el mal de la humanidad desde tribunas políticas que declaran la guerra a enemigos sin nombre más allá del calificativo de “terroristas”; de igual manera resulta ingenuo o superficial hablar de la humanidad; estamos frente un panorama que muestra la dificultad de saber con certeza y evidencia el contenido y significado de la humanidad, del bien de la humanidad, y de su contrario.

La imposibilidad de validar los argumentos sobre el contenido del bien de la humanidad y su contrario, ponen de manifiesto el vacío de ética general en la sociedad y de moral pública en la vida social. Las conductas sociales en los negocios, la vida familiar, actividad política, formación de las nuevas generaciones y práctica del cristianismo, aparecen como carentes de sistemas de valores reales, operativos y vigentes que conduzcan a estas acciones hacia la conquista o realización de fines superiores. El tiempo presente es una época sin ética práctica; los valores como fundamento de la acción moral han sido desterrados por las necesidades del interés egoísta; el concepto de la acción moral pública ha sido expulsado de los ámbitos de la acción social y proyectos políticos y demás actividades colectivas.

La formación del ciudadano aparece como la síntesis de la trayectoria de una nación, como evidencia de los resultados positivos y constituyentes de la vida histórica y del futuro en el presente. Las características de la formación del ciudadano representan la conciencia que tiene la sociedad de la vida pública. La acción ciudadana es la conciencia de un pueblo, la realización de los fines de una nación; esto es el espíritu. El pensamiento y actividad del ciudadano es la vida constituyente del espíritu de un pueblo y vida de una nación…

En Estados Unidos el significado, responsabilidad y sentido del ciudadano han sido sustituidos por la tecnología; la acción constituyente del hombre libre que aporta proyectos y esfuerzos a las formaciones colectivas ha sido constreñida por el desarrollo tecnológico; en ese país las decisiones políticas y concepciones de la acción han sido redefinidos y refuncionalizados por el desarrollo tecnológico; el Estado como sociedad política no aparece como formador directo del ciudadano; entre estos agentes está ubicada la acción decisiva y determinante de la tecnología política, electoral, gubernamental, militar y comunicacional; la función del ciudadano es votar, opinar, hacer propuestas en los condados y aspirar a puestos de elección popular; del resto se encargan las tecnologías.
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NEXO ENTRE MÉXICO Y EL OCCIDENTE

México es como un “nudo” de la civilización occidental; todo nudo tiene dos puntas; en el caso de esta alegoría, una de ellas, es la propia del devenir de México como pueblo y Estado-Nación. Es la línea de formación mestiza de la población que, en cuanto surgió, fue doblada y amarrada sobre sí misma, a la vez que entretejido con las instituciones de Occidente; en ese doblés, las culturas autóctonas mesoamericanas resultaron asimiladas o disueltas, y sus sobrevivientes -en parte- fueron condición de mestizaje, y en parte conservaron su pureza étnica. El cristianismo y las formas neo-feudales de producción y convivencia social, fueron las instituciones más influyentes y decisivas en el devenir formativo de México. Este “pliegue” sobre sí mismo, es imagen del devenir recién mencionado, y condición de continuidad histórica que quedaría representada en el entretejido de lo autóctono-mestizo con formas de esclavitud, adoctrinamiento y exigencia de sumisión que, en su unidad, resultaron constitutivas de condiciones históricas de formación lenta de un nuevo pueblo. Durante el tiempo de su formación, la Iglesia de Roma y el Tribunal del Santo Oficio “regulaban” –por decirlo de manera generosa- la formación moral de la conciencia social del pueblo nuevo en proceso de constitución. En esto consiste nuestra alegoría del nexo (nudo) histórico-cultural entre México y el Occidente.

México forma parte de la civilización occidental, es Occidente, pero de manera simultánea, “ama” la carga de memoria incierta de culturas precolombinas, que fueron aniquiladas en el siglo XVI, pero “ desea” la reconstrucción mental de ellas, y también material, de los vestigios arqueológicos; estos esfuerzos culturales son figura del deseo de constitución de una identidad propia con base en los fantasmas ancestrales, mediante la imagen de la memoria incierta y casi vacía que han conservado núcleos de población indígena, en extraña mixtura de ella con el cristianismo, y asimilada a la liturgia de la Iglesia Católica.

Con el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, México comenzó a vivir –sin justicia- el impacto de las nuevas tecnologías, como la máquina de vapor, la siderurgia y el electromagnetismo aplicado a las comunicaciones; también, las nuevas técnicas bancarias para la administración del préstamo de capitales y pago de intereses. Después del triunfo de las fuerzas de Venustiano Carranza y Alvaro Obregón, y derrota de las fuerzas de Emiliano zapata y Francisco Villa, las instituciones políticas del régimen revolucionario (1920-2000), diseñaron un sistema de dependencias gubernamentales y constituyeron un conjunto de estrategias, susceptibles de valoración como adecuadas formas de reconocimiento de México como parte de Occidente. Esas dependencias y estrategias enfatizaron lo autóctono-indígena y la cultura mestiza como constituyentes relevantes del pueblo y Estado-Nación. Fue período en que al menos dos veces, la Iglesia resintió el poder del régimen post-revolucionario; la fe católica, la formación cristiana de la conciencia social o colectiva, no cambió, no se abrió a una reforma cristiana de su propia conciencia religiosa. No obstante, el siglo XX mexicano puede denominarse apropiadamente -y con palabras de Toynbee- como el período confirmatorio de occidentalización de México, como momento de reafirmación de su pertenencia a la civilización occidental. Consideramos pertinente la mención de ese periodo como momento de definición suprema del “nudo” o nexo entre México y el Occidente, que es fundamento de vida histórica mexicana contemporánea, y sigue la dirección y pautas que Estados Unidos marca a la renovación de Occidente con la figura de civilización de la globalización. Es la civilización que ya no tiene a Europa como único centro estructural del movimiento de fuerzas históricas y sociales. Es un sub-centro de los varios que ha constituido el devenir de la civilización, después de la Segunda Guerra, luego de la desaparición de la URSS y formación de bloques productivos y comerciales que han aglutinado a los países que tienen posibilidades de crecimiento capitalista –de manera injusta y desventajosa-, es cierto; y también, para mantener bajo control del nuevo orden mundial, a la mayoría de los países que no tienen posibilidades de acumulación de capital, desarrollo de fuerzas productivas, generación de riqueza y de acceso masivo al consumo y crédito.

La occidentalización del mundo es un hecho global anunciado por Toynbee en la medianía del siglo XX; una vez consumado, está en curso de desarrollo de nuevas figuras en las primeras décadas del siglo XXI. Las crisis de la civilización occidental se tornan globales, afectan a todos los pueblos, implican a todas las naciones.

“Está llegando a su fin la civilización occidental?”; “Podrá nuestra civilización vencer la crisis actual, y elevarse todavía a mayores alturas, o está condenada a una muerte que se aproxima a pasos agigantados?”; estas son las preguntas que J. G. de Beus consigna en su libro El futuro de Occidente publicado en 1955 en español por la editorial Aguilar; anteriores. El planteamiento de las mismas preguntas con relación a México, sugiere las siguientes interrogantes.

Primera:

por efecto del probable cierre de la “etapa final de la civilización occidental” mencionada por Toynbee y aceptada de parte de J. G. de Beus, ¿está México llegando a cierta clase de fin de su vida histórica?

Segunda:¿podrá México vencer la crisis actual y elevarse todavía a mayores alturas?

Tercera: ¿está México condenado a una muerte que se aproxima a pasos agigantados?

Respecto a la primera, es una certeza que México ha realizado las posibilidades histórico-sociales y político-culturales propiciadas por la Revolución de 1910. El régimen político priísta-revolucionario impuso la paz social y construyó el desarrollo económico y social que fue reconocido por Occidente en la década 1960-1970; fue régimen político que aniquiló todo intento de insurrección o rebeldía, sin mayor consideración de ética política o moral gubernamental, a la vez que propiciaba la formación del capital necesario para el mejoramiento social de la población mediante la acción del Estado revolucionario y benefactor. El gobierno fue, de 1920 a 1982, el principal empleador y generador de riqueza, a la vez que, por otra parte, propiciaba con toda la autoridad del Estado, la formación y desarrollo de la burguesía; el régimen post-revolucionario se apropió del movimiento de la clase trabajadora, y de la acción y control ideológico de obreros y campesinos. El Estado y el gobierno han mudado de forma; no son más los benefactores y empleadores principales; se han convertido en promotores de la inversión privada y desarrollo de empresas en sus tres figuras: pequeña, mediana y gran empresa. No son más, el empresario principal y más grande; todas sus propiedades empresariales -formas de acumulación de capital- fueron vendidas, rematadas o clausuradas entre 1982 y 1994. México adoptó en un lapso de doce años, un nuevo modelo operativo de gobierno, de desarrollo económico y social y nuevos criterios sobre el valor del trabajo –como valor económico, por supuesto- en el campo y la ciudad, en la industria, la administración gubernamental en los niveles municipal, estatal y federal, y de desempeño en la prestación de servicios, entre ellos, la educación pública. Sin duda, ha comenzado a operar una nueva concepción del trabajo, del desempeño laboral y del precio de la fuerza de trabajo; son criterios que suprimen la prestación de seguridad médica y social, y del régimen de pensiones y jubilaciones que fue orgullosa conquista de la Revolución, un triunfo de México y para México, por encima del pasado de oprobio, miseria, degradación moral y explotación inmisericorde que fueron “agentes constitutivos” en la formación del pueblo.

En 1955, cuando de Beus publicaba su libro, México vivía la etapa más fuerte y sostenida de un nuevo modelo económico –proteccionista y nacionalista- de intensa justicia social, de desarrollo educativo, y también de democracia controlada que no permitía oposición política verdadera, y menos toleraba la crítica al gobierno, al Presidente en turno, quien tenía un poder por encima de los principios constitucionales y republicanos. Hasta 2018, el gobierno era promotor del neoliberalismo; desde 1993, el gobierno fue partícipe no-protagonista de la civilización de la globalización, mediante un impresionante cantidad de tratados de libre comercio y compromisos internacionales con las naciones protagónicas de la globalización y representativas de la civilización occidental

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Respecto de la segunda cuestión, creemos que México sí podrá vencer la crisis actual, sin necesidad de un cambio estructural del régimen político; el recurso sería la vía democrática eficaz, verdadera y consolidada en el sentido estricto del término. Creemos que “elevarse a mayores alturas”, es expresión que tiene validez relativa, esto es, factible en el sentido de su inclusión y desempeño en el nuevo orden mundial, que genera las condiciones de su propia evolución, y por lo tanto, para México.

Respecto de la tercera, creemos que México no está “condenado a una muerte que se aproxima a pasos agigantados”; lo mismo creemos respecto de la cultura y civilización europeas. Creemos que México y Europa vivirán mucho tiempo, y que la civilización post-occidental tendrá vigencia prolongada, bajo el liderazgo —y condiciones de Estados Unidos- que todavía es el centro principal y más poderoso de la civilización global, el principal agente y vigilante del devenir del neo-capitalismo que determina la estructura del mundo histórico del siglo XXI. Todo fluye, todo cambia, dijo Heráclito, y es verdad; pero Estados Unidos no cedería el liderazgo mundial, aún teniendo en contra “la fuerza de las cosas”, por ejemplo, la supremacía económico-comercial de China. “El mundo resulta inimaginable sin Estados Unidos”, es idea que orienta y define proyectos económicos y sociales, y el pensamiento y acción de la política en el orden de la civilización de la globalización.

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