Es sabido que la ideología es un sistema de conciencia social y conjunto de creencias objetivas; lo primero, describe procesos sociales y movimientos políticos, y lo segundo, cumple la función de dirección de acciones sociales y de conductas colectivas. Lo segundo, es más importante que lo primero: para la mayoría de los hombres, en la mayoría de los países, es más importante saber qué hacer, que conocer la formación del pueblo y nación a que se pertenece.
Para la mayoría, es más importante y significativo hacer algo, saber qué hacer; esa mayoría considera que ese saber es más importante, que conocer el origen y arraigo en el mundo donde hay que hacer algo. <
Esto –dicho sea de paso- es como un fundamento de los vastos movimientos migratorios, desde el inicio de los imperios europeos modernos, durante la formación de Estados Unidos; de manera sobresaliente, en la época de la civilización de la globalización, ocurre una marche inocultable, del Sur hacia el Norte, en ambos lados del Océano Atlántico; son movimientos migratorios impulsados por la necesidad de la pobreza social y miseria espiritual, la falta de empleo, efectos de la super-acumulación de la riqueza y empobrecimiento de países enteros.
La mayoría de los migrantes tiene como lugar de origen naciones que parecen condenadas a desaparecer en el mediano plazo, si no cambia el orden de la civilización y dirección del mundo histórico-social.
De hecho, los vastos movimientos migratorios, son expresión de que los hombres que dejan sus países de origen lo hacen porque han dejado de creer en las ideologías presentes, o predominantes en el sitio del mundo donde aparecieron en la vida. Esto es el punto que tiene que considerarse: la ineficacia ideológica.
En una época de crisis histórica –de una nación o del mundo- como en los tiempos actuales, las ideologías muestran que se han apoderado del gobierno de la conciencia social y dirección de la realidad social; son la enajenación y alienación, y sus formas de mistificación y fetichización.
Lo uno y lo otro, son componentes distintivos de una crisis histórica y fermento corrosivo de la descomposición de la relación del hombre con el mundo. Una vez que las ideologías han perdido eficacia y mostrado su inviabilidad, bajo el efecto reiterado de la circularidad de la alienación inflexible, quedan reducidas a la condición de instrumentos de control; aquellos que fueron sistemas de creencias que dirigieron acciones sociales y el pensamiento colectivo, aparecen reducidos a la condición de justificación de nuevos mitos, o justificación de lo injustificable: el ocultamiento de la verdad, la negación de la belleza, el oscurecimiento del futuro.
Es el momento de recordar que la “esencia” de las creencias ideológicas –o conciencia ideológica, es que ignora las causas y proceso de su formación. Esto es sabido; Marx lo explicó, al definirla mediante la conocida metáfora de la imagen invertida que aparece en la “cámara oscura del cerebro”. También es el momento de recordar que:
- la enajenación es: acto de desposesión, acción de despojar al trabajador del producto de su actividad;
- la alienación, es el desgarramiento de la conciencia y ruptura violenta y cruel de la relación del trabajador con su actividad y producto de esta; es descomposición subjetiva de la conciencia y descomposición agresiva de la relación del hombre con su actividad y con el mundo; es extrañamiento de sí mismo y sentimiento de “ser otro” de manera sombría y ofuscante.
La conciencia alienada, extrañada de sí misma, bajo el sentimiento de no pertenecerse a sí misma, mira al mundo y se mira a sí misma, con indiferencia o terror; sea del modo que fuere, se siente inerme, impotente, incapaz de todo y sin voluntad de acción y reacción: es así, porque los objetos y relaciones de la realidad histórico-social “ parecieran tener vida propia”, que “se mueven por sí mismos” y peor aún, que esas cosas y relaciones que parecen moverse por sí solas, desplazan y sustituyen a los objetos reales verdaderos; y entonces, todo lo que hay en el mundo y en la conciencia, son representaciones falsas y sombrías del mundo real. Lo primero, es la mistificación; lo segundo, la fetichización.
Es momento de decirlo: los anteriores, son conceptos agradecidos a Carlos Marx. Mencionarlos en este escrito, es indicado, porque significan de manera inigualable, los efectos y proyecciones de la viabilidad de las ideologías, y posterior carencia de eficacia, resultante de su desfasamiento del devenir de la realidad histórico-social y de su reducción operativa como instrumento de control por parte de la élite, o la clase dominante adueñada del poder.
Esto es la eficacia del poder en una época de crisis histórica y descomposición social; sus instrumento de control, operan mediante mecanismos de opresión y represión; lo primero, como reforzamiento de la ignorancia y de creencias anticuadas y desfasadas, que ya no corresponden al mundo real; la tolerancia cínica a la degradación del lenguaje y envilecimiento de las personas, grupos y clases; el fomento de la indiferencia ante los valores y de la mayor distancia posible de la conciencia social, respecto de los principios de la humanidad (el pensamiento, la libertad y comprensión de la importancia del trabajo, técnica y política), que son –en su unidad, la acción constituyente del mundo histórico-social. Lo segundo –la represión, es el castigo a los disidentes del orden social controlado, el silenciamiento de quienes llegan a protestar, la intimidación aterrorizante a quienes tienden a la rebelión, y el exterminio físico de los radicales a ultranza.
El examen anterior es descripción elemental del sentir y pensar de los hombres en épocas de descomposición social y crisis histórica: son las situaciones en que se sienten como sueltos del mundo; se sienten como desamparados y temerosos, porque no hay referentes válidos que aparezcan con claridad y concreción para la conciencia y la acción; se sienten aterrados por el mundo deshumanizado de la enajenación, alienación y desesperanza. Basta mirar la historia mundial, y descubrir de inmediato, los efectos ulteriores de semejante estado del mundo, de semejante conciencia y sentimientos.