Consideraciones Antinihilistas X

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Significado del pensar y terror de la desesperanza.

En épocas sombrías y aterradoras, que han incubado el terror a la vida y propiciado la descomposición de la cultura y civilización, que abre paso a la barbarie, hay que pensar, es indispensable mantener ardiente la llama de la reflexión que examina la realidad, y que expresa sus conclusiones en conceptos apropiados; de la misma reflexión provienen ideas y sugerencias para la determinación del modo de sobrevivencia del pensar, en semejantes condiciones históricas y situaciones sociales.

En épocas sombrías y aterradoras, es imposible la oposición abierta y racional, a las fuerzas siniestras de la alienación que las gobierna; entonces la desesperación radical está a la vuelta de la esquina, su aparición es inminente.
Cuando la acción es imposible o peligrosísima, entonces el pensar lucha para mantener su fulgor, preservándose a sí mismo, ahí, donde parece imposible la presencia del espíritu, en medio de lo sombrío-aterrador, de la desesperación-alienación. Pensar es en semejante encrucijada, la única fortaleza de los defensores solitarios y silenciosos del espíritu y principios de la humanidad
. El pensar siempre será posible, en especial, para la clase de hombres que son los filósofos, escritores y poetas; y en las épocas siniestras y de terror, también lo es, pero sabiéndolo hacer, para sobrevivir. El pensador que sabe o logra sobrevivir en épocas sombrías y aterradoras, hace que su existencia sea acto y figura de resistencia al mal que se extiende vencedor, en desplazamiento de los principios de la acción que humaniza y orienta al mundo del hombre.
A veces, es posible sobrevivir, a veces, no; en semejante contexto, el único sentido de la existencia aparece como la aptitud de haber pensado y con la valentía de haber resistido. Es peligrosísimo para el devenir de la civilización y especie humana, que surjan condiciones históricas y situaciones sociales en que resulta peligrosísimo pensar, y la acción de oposición, imposible. Y, sin embargo, puede llegar el momento en que el silencio del pensar se convierte en virtud suprema de la existencia, cuando las sociedades tétricas, fuerzas siniestras y condiciones sombrías y tenebrosas, llegan a convertirse en algo tan denso y opaco, opresor y terrorífico, que la palabra se convierte en riesgo letal.
Entonces, la sobrevivencia aparece como elevada ética que podría acatar el hombre de pensamiento, para dejar –de alguna manera- su testimonio del horror padecido por la sociedad y los hombres; sería el testimonio sin destinatario en el presente, porque la mayoría de los hombres parecieran como muertos.
Semejante esfuerzo testimonial, tendría como destinario verdadero, a los hombres del futuro, existentes en un porvenir incierto, en una playa serena y hermosa, al otro lado del mar del presente, agitado y terrible, azotado por alienación y desesperanza. Semejante testimonio de pensamiento y resistencia sería la contribución a la lucha silenciosa contra el terror y destructividad, a la vez que una manera –fuerte o débil, no importa- de contribuir a la formación de nuevas bases para un mundo humano diferente, en un futuro incierto.
Peligrosísimo, que la claridad del espíritu y fulgor del pensar, tengan que convertirse en discreto reloj de arena que mide el tiempo restante para el colapso definitivo; la caída silenciosa de sus granos de roca y silicio sería el preámbulo de la catástrofe imparable del mundo dominado por la violencia física y simbólica, la desesperanza y el nihilismo, la descomposición social y decadencia histórica. Pero, entre esos escombros dolorosos y vestigios sombríos, brotaría la chispa primigenia de la luz de un mundo nuevo, que habrían anunciado los pensadores de un pasado, tal vez remoto, tal vez reciente.

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