Jorge Vazquez Piñon

¿QUÉ ES LA NOVELA?

DIEZ POST EN RESPUESTA A LA PREGUNTA

Nota previa.

            La selección de textos aquí ofrecida es valiosa por sí misma: semejante cualidad proviene del valor de las ideas de los escritores citados, que dedicaron algún instante de su creatividad, a pensar la novela, es decir, al examen de la idea, o posibilidades y significado, de la obra novelística. El examen de la obra de arte implica, por definición, crítica de la sensibilidad estética, ofrecida en ella con contenido y forma; en relación con la novela, la misma crítica es examen de la contribución de la creatividad novelística a la iluminación clarificadora de la relación del hombre con el mundo.

            La siguiente selección de textos es ofrecida con honestidad, de modo principal, a los jóvenes que desean escribir narrativa con voluntad de investigación estética de la condición humana. Las conceptualizaciones elegidas ofrecen al lector, descripciones varias de condiciones, fines y componentes de la obra novelística; en la medida en que un joven soñador y entusiasta, enamorado de la escritura, encuentre en esas conceptualizaciones elementos de orientación para emprender la maravillosa experiencia literaria de la creatividad novelística, las mismas verán colmada su intención y conquistado su destino; sin duda alguna, merecería la sonrisa de los escritores mencionados a continuación.

   Jorge Vázquez Piñón.

 

Todos los derechos de la imagen van a sus creadores

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ALBERT CAMUS.

“Pensar es, ante todo, pretender crear un mundo (o limitar el propio lo que viene a resultar lo mismo). Es partir el desacuerdo fundamental que separa al hombre de su experiencia para dar con un terreno de compromiso según su nostalgia, un universo envarado en razones o aclarado por analogías que permita resolver el insoportable divorcio. El filósofo, aunque se trate del mismo Kant, es un creador, tiene sus personajes, sus símbolos y su acción secreta. Tienen sus desenlaces. Inversamente, el auge adquirido por la novela sobre la poesía y el ensayo supone sólo, y pese a las apariencias, una mayor intelectual del arte…

“…Pero hoy, cuando el pensamiento ya no tiene pretensiones de universalidad y su mejor historia sería la de sus arrepentimientos, sabemos que el sistema, para ser válido, a de ser inseparable de su autor. (…) los juegos novelísticos del cuerpo y de las pasiones se ordenan un poco más conforme a las exigencias de una determinada visión del mundo. Ya no se narran << historias>>, sino que se crea uno su universo. los grandes novelistas son novelistas-filósofos, es decir, justamente lo contrario de escritores de tesis.

“Ahora bien: precisamente el hecho de que hayan optado por servirse de imágenes en vez de raciocinios, devela cierto pensamiento común a todos ellos: la persuasión de que existe un mensaje instructivo en la apariencia sensible. por eso consideran la obra como un fin y como un principio a la vez. La obra es el remate de una filosofía a menudo informulada, su ilustración y su coronamiento. Pero no se completa sino mediante tales supuestos filosóficos. Y viene, en suma, a legitimar esta nueva variante el viejo principio de que, si un poco de pensamiento aparta de la vida, mucho, en cambio, reintegra a ella. Incapaz de sublimar la realidad, el pensamiento se limita a remendarla. La novela de que se trate es el instrumento de un conocimiento a la vez relativo e inagotable, tan semejante al del amor. La creación novelística tiene de común con el amor coma, el arrobo inicial y la delectación morosa y fecunda.”

                                                                                   de la nota de presentación de

                                                                                   Albert Camus, Obras Completas, t. I Ed. Aguilar, 1973, pp. 8-9.

                              de El hombre rebelde. Obras completas, tomo II, Ed. Aguilar, 1968.

“Existe quizá una trascendencia viva, cuya belleza constituye la promesa, que puede hacer amar y preferir a cualquier cosa en este mundo mortal y limitado. El arte nos conduce así a los orígenes de la rebelión, en la medida en que intenta dar su forma a un valor que huye en el perpetuo devenir, pero que el artista presiente y quiere arrebatar a la historia. Se persuadirá uno de ellos todavía mejor reflexionando sobre el arte que se propone precisamente entrar en el devenir para darle el estilo que le falta: la novela.”

“La novela nace al mismo tiempo que el espíritu de rebelión, y traduce, en el plan estético, la misma ambición.

“el esfuerzo de la gran literatura parece ser crear universos cerrados o tipos terminados. El Occidente, en sus grandes creaciones, no se limita a trazar su vida cotidiana. Se propone sin cesar grandes imágenes que lo sumen en la fiebre y a cuya persecución se lanza.”

                                                                                                          pp. 825-826.

“escribir o leer una novela son acciones insólitas. (…) la manera más sencilla y más común de enfocar la expresión novelesca consiste, pues, en ver en ella un ejercicio de evasión. (…) El gusto de la evasión no basta para explicar la gravedad indiscutible del mundo novelesco, nuestra obstinación de tomar en serio, en efecto, los innumerables mitos que desde hace dos siglos nos propone el genio novelesco (…) la actividad novelesca supone una especie de rechazo a lo real. Pero esta negativa no es una simple huida. Hay que ver en ella el movimiento de retirada del alma hermosa que, según Hegel, se crea para sí misma en su decepción, un mundo ficticio donde solamente reina la moral.”

                                                                                                          p. 826-827.

“Religión o crimen, todo esfuerzo humano obedece finalmente a este deseo irrazonable y pretende dar a la vida la forma que no tiene. El mismo movimiento, que puede llevar a la adoración del cielo o a la destrucción del hombre, lleva también a la creación novelesca, que recibe de él entonces su seriedad.”

                                                                                                          p. 829.

“¿Qué es, en efecto, la novela, sino este universo en que la acción encuentra su forma, en que las palabras finales son pronunciadas, los seres entregados a los seres, en que toda vida toma el rostro del destino? El mundo novelesco (…) es (…) la corrección de este mundo, siguiendo el profundo deseo del hombre.”

                                                                                                          p. 829.

“Lo novelesco tiene también su lógica. No sucede una hermosa historia sin esta imperturbable continuación que nunca se encuentra en las situaciones vividas, pero que se encuentra en el caminar del ensueño, a partir de la realidad. (…)

“He aquí, pues, un mundo imaginario, pero creado mediante la corrección de éste. Un mundo donde el dolor puede, si quiere, durar hasta la muerte, donde no se aparta jamás a las pasiones, donde los seres están entregados a la idea fija y siempre presentes unos para otros. El hombre se da en él finalmente forma a sí mismo y da forma al límite apaciguador que persigue en vano en su condición humana. La novela fabrica destino a la medida. Es así como hace la competencia a la creación y como triunfa de la muerte provisionalmente. (…) La esencia de la novela está en perpetua corrección, siempre dirigida en el mismo sentido, que el artista efectúa sobre su experiencia. (…) esta corrección aspira en primer lugar a la unidad y traduce con ello una necesidad metafísica. La novela, en este nivel, es en primer lugar un ejercicio de la inteligencia al servicio de una sensibilidad nostálgica y rebelde.”

                                                                                                          p. 831.

“La novela americana pretende encontrar su unidad reduciendo al hombre, ya a lo elemental, ya a sus reacciones exteriores y a su conducta. No escoge un sentimiento o una pasión de la que dará una imagen privilegiada (…). Rehúsa el análisis, rehúsa la búsqueda de un resorte psicológico fundamental que explicaría y resumiría la conducción de un personaje. Por ello la unidad de esta novela no es más que una unidad de enfoque. Su técnica consiste en describir a los hombres por su exterior, en sus gestos más indiferentes, en reproducir sin comentarios los discursos hasta en sus repeticiones, en hacer finalmente como si los hombres se definiesen enteramente por sus automatismos cotidianos. (…) Todos los personajes parecen intercambiables, (…) este mundo novelesco no tiende a la reproducción pura y simple de la realidad, sino a su estilización más arbitraria. Nace de una mutilación, y de una mutilación voluntaria, operada sobre lo real, y la unidad así obtenida es una unidad degradada, un nivelamiento de los seres y el mundo. Parece que, para estos novelistas, sea la vida interior la que prive a las acciones humanas de la unidad y la que arrebata de unos seres a otros. (…) la novela negra es también una novela rosa, y de la cual tiene la vanidad formal. Edifica a su modo. (…) Esta novela, purgada de vida interior, donde los hombres parecen observados tras un cristal, acaba lógicamente, dándose como tema único, el hombre que se supone de tipo medio, para poner en escena lo patológico. (…) el inocente es el tema ideal de tal empresa, puesto que no es definido y enteramente más que por su conducta. Él es el símbolo de este mundo de desesperación, donde unos autómatas desdichados viven la más maquinal de las coherencias y que los novelistas americanos han levantado frente al mundo moderno como una protesta patética, pero estéril.”

                                                                                                          p. 831-833.

“En cuanto a Proust, su esfuerzo ha sido el de crear a partir de la realidad, contemplada obstinadamente, un mundo cerrado, insustituible, que no pertenece más que sólo a él y que indicase su victoria sobre la huida de las cosas y sobre la muerte. (…) Si el mundo de la novela americana es el de los hombres sin memoria, el mundo de Proust no es por sí mismo más que una memoria. Se trata solamente de que es la memoria más difícil y más exigente que hayamos conocido, la que rechaza la dispersión del mundo tal y como es, y que extrae de un perfume vuelto a encontrar el secreto de un nuevo y antiguo universo. Proust elige la vida interior y, en la vida interior, lo que es más interior que ella misma, contra lo que se olvida en lo real, es decir, lo maquinal, el mundo ciego. Pero de este hecho de negar lo real no extrae la negación de lo real. No comete el error, simétrico al de la novela americana, de suprimir lo maquinal. Reúne, por el contrario, en una unidad superior, el recuerdo perdido y la sensación presente, el pie que se tuerce y los grandes días de antaño.

                                                                                                                      p. 833.

“Su victoria [de Proust] difícil, en vísperas de la muerte, es la de haber podido extraer de la huida incesante de las formas, mediante los únicos instrumentos del recuerdo y de la inteligencia, los símbolos estremecedores de la unidad humana. (…) un mundo cerrado y unificado. Esto define las obras sin arrepentimientos.

“el mundo de Proust (…) tiene la ambición de ser una perfección cerrada y de dar a la eternidad el rostro del hombre. El Tiempo recobrado por lo menos en su ambición, es la eternidad sin Dios. La obra de Proust (…) aparece como una de las empresas más desmesuradas y más significativas del hombre contra su condición mortal. Ha demostrado que el arte novelesco rehace la creación misma, tal como nos es impuesta y tal como es rechazada. (…) se alía con la belleza del mundo o de los seres contra el poder de la muerte y el del olvido. Es así como su rebelión es creadora.”

                                                                                                                      p. 834.

 “El arte novelesco, por sus orígenes, no puede dejar de ilustrar esta vocación. No puede ni consentir totalmente en lo real ni apartarse de ello absolutamente. Lo imaginario puro no existe; y si incluso existiese en una novela ideal que fuese puramente descarnada, no tendría significación artística, por cuanto que la primera exigencia del espíritu en busca de unidad es el que esta unidad sea comunicable. Por otra parte, la unidad del razonamiento puro es una unidad falsa, puesto que no se apoya en lo real. La novela rosa (o negra), la novela edificante, se apartan del arte en la medida, pequeña o grande, en que desobedecerá esta ley. La verdadera creación novelesca, por el contrario, utiliza lo real, y nada más que lo real, con su calor y su sangre, sus pasiones o sus gritos. Sencillamente, añade a todo eso algo que lo transfigura.”

                                                                                                                      p. 836.

“Ocurre con la creación lo que con la civilización: supone una tensión ininterrumpida entre la forma y la materia, el devenir y el espíritu, la historia y los valores. Si se rompe el equilibrio, hay dictadura o anarquía, propaganda o delirio formal. En ambos casos, la creación, que coincide con una libertad razonada, es imposible.”

                                                                                                                      p. 837.

“La obra en la que el fondo desborda la forma, o aquella en que la forma sumerge al fondo, no hablan más que de una unidad engañosa y fracasada (…) toda unidad que no lo es de estilo es una mutilación. Cualquiera que sea la perspectiva elegida por un artista, hay un principio que sigue siendo común a todos los creadores: la estilización, que supone, al mismo tiempo, lo real y el espíritu que da a lo real su forma. Con ella, el esfuerzo creador rehace el mundo, y siempre con un ligero alabeamiento (sic) que es la señal del arte y de la protesta. (…). La creación, la fecundidad de la rebelión, están en este alabeamiento que configura el estilo y el tono de una obra. El arte es una exigencia de imposible puesta en forma. Cuando el grito más desgarrador encuentra su más firme lenguaje, la rebelión satisface su verdadera exigencia y saca de esa fidelidad consigo misma una fuerza de creación. Aunque choque con los prejuicios del tiempo, el más grande estilo en arte es la expresión de la más elevada rebelión. (…) el ingenio es una rebelión que ha creado su propia medida. (…) no hay genio (…) en la negación y en la desesperación pura.”

                                                                                                                      p. 837.

“el gran estilo no es una simple virtud formal. Es una virtud formal cuando se encuentra buscado por sí mismo a expensas de lo real, y entonces es el gran estilo. (…). La verdadera creación es, a su modo, revolucionaria. Si es preciso llevar muy lejos la estilización (…) conviene (…) que siga siendo invisible para que la reivindicación que da nacimiento al arte sea traducida en su más extrema tensión. El gran estilo es la estilización invisible, es decir, encarnada. <>. Pero añade que la exageración debe ser <>. Cuando la estilización es exagerada y se deja ver, la obra es una nostalgia pura: la unidad e intenta conquistar es extrañar a lo concreto. Cuando la realidad es presentada, por el contrario, el estado bruto y la estilización es insignificante, lo concreto es ofrecido sin unidad. El gran arte, el estilo, el verdadero rostro de la rebelión, están entre estas dos herejías.”

                                                                                                                      p. 838.

(“La corrección difiere con los temas. En una obra fiel a la estética que he esbozado, el estilo variará con los temas, y es el lenguaje propio del autor (su tono) el lugar común que hace resplandecer las diferencias de estilo)”

“el que la creación será necesaria no entraña el que sea posible. Una época creadora en arte se define por el orden de un estilo aplicado al desorden de un tiempo. Pone en forma y en fórmulas las pasiones de los contemporáneos.”

                                                                                                                      p. 840.

“La sociedad industrial no abrirá los caminos de una civilización más que volviendo a dar al trabajador la dignidad de creador, es decir, cuando el trabajador aplique su interés y su reflexión tanto al trabajo mismo como a su producto. La civilización desde entonces necesaria no podrá separar, en las clases como en el individuo, el trabajador del creador, como tampoco la creación artística piensa en separar la forma y el fondo, el espíritu y la historia. Es así como reconocerá a todos la dignidad afirmada por la rebelión.”

                                                                                                                      p. 840.

“Toda creación, en sí misma, niega el mundo del amo y el esclavo. La repugnante sociedad de tiranos y esclavos en que sobrevivimos no encontrará su muerte y su transfiguración más que en el nivel de la creación.

“Pero el que la creación sea necesaria no entraña el que sea posible. Una época creadora en arte se define por el orden de un estilo aplicado al desorden de un tiempo. Pone en forma y en fórmulas las pasiones de los contemporáneos.”

                                                                                                                      p. 840.

“El objeto del arte, a pesar de los cultivadores del arte por el arte, se ha extendido de la psicología a la condición humana. Cuando la pasión del tiempo pone en juego el mundo entero, la creación quiere dominar el destino entero. Pero, por lo mismo, mantiene frente a la totalidad la afirmación de la unidad. Sencillamente, la creación se pone en peligro entonces ella misma, en primer lugar, y después, mediante el espíritu de totalidad. Crear, hoy, es crear peligrosamente. (…) la única manera de vivir auténticamente la pasión colectiva es aceptar el morir para ella y por ella. La mayor oportunidad de autenticidad es, hoy, la mayor oportunidad de fracaso para el arte. Si la creación es imposible en medio de guerras y de revoluciones, no tendremos creadores, porque guerra y revolución son nuestra herencia.”

                                                                                                                      p. 841.

“Si, finalmente, los conquistadores doblegan el mundo a su ley, no demostrarían que la cantidad es la reina, sino que este mundo es un infierno. En este infierno mismo el sitio del arte coincidiría todavía con el de la rebelión vencida, esperanza ciega y vacía en el fondo de los días desesperados.”

                                                                                                                      p. 842.

“arrojados en el infierno, misteriosas melodías y crueles imágenes de la belleza huida nos traerían siempre, en medio del crimen y de la locura, el eco de esta insurrección armónica que testimonia a lo largo de los siglos en favor de la grandeza humana”

                                                                                                                      p. 842

“Pero el infierno es transitorio. La vida vuelve empezar un día. La historia tiene un final; nuestra tarea, sin embargo, no es terminarla, sino crearla, a imagen de lo que ahora en adelante nosotros sabemos verdadero. El arte (…), nos enseña que el hombre no se resume solamente en la historia y que encuentra también una razón de ser en el orden de la naturaleza. (…) Su rebelión más instintiva, al mismo tiempo que afirma el valor, la dignidad común a todos, reivindica obstinadamente, para saciar su hambre de unidad, una parte intacta de lo real, cuyo nombre es la belleza. Se puede negar toda la historia y estar conforme, sin embargo, con el mundo de las estrellas y del mar. Los rebeldes que quieren ignorar la naturaleza y la belleza se condenan a desterrar de la historia que ellos quieren hacer, la dignidad del trabajo y del ser. Todos los grandes reformadores tratan de edificar en la historia lo que Shakespeare, Cervantes, Molière, Tolstoi se han sabido crear: un mundo siempre dispuesto a saciar el hambre de libertad y dignidad que existe en el corazón de cada hombre. La belleza, sin duda, no hace las revoluciones. Pero llega un día en que las revoluciones necesitan de ella. Su regla, que discute lo real al mismo tiempo que le da su unidad, es también la de la rebelión. ¿Se puede rechazar eternamente la injusticia sin dejar de saludar la naturaleza humana y la belleza del mundo? Nuestra respuesta es <<sí>>. Esta moral, al mismo tiempo insumisa y fiel, es en todo caso la única que ilumina el camino de una revolución verdaderamente realista. Manteniendo la belleza preparamos este día de renacimiento en que la civilización pondrá en el centro de su reflexión, lejos de los principios formales y de los valores degradados de la historia, esta virtud viva que funda la común dignidad del mundo y del hombre y que vamos a definir ahora frente a un mundo que la insulta.”

                                                                                                                      p. 842.

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